Señor director:

En columna reciente, Sebastián Soto pregunta si exagera al afirmar que una Asamblea Constituyente en Chile podría llevar a una crisis democrática como la venezolana. Como en otros casos en que se busca deslegitimar a priori la AC con esa comparación es, en efecto, una exageración. Explicar las radicales diferencias entre la situación de los dos países toma más espacio del que permite una carta, pero son evidentes a cualquier observador imparcial.

Afirma que el riesgo de la AC es que tendría un poder ilimitado sobre "el Congreso, los jueces y el propio Presidente". Esto no es solo una exageración sino una distorsión de la idea misma de AC y de las propuestas de sus defensores en Chile. En sí misma, la idea de una AC no es más que la de un órgano de representantes elegidos solo para elaborar una nueva Constitución, y no hay razones para vincularla con supuestos poderes absolutos, ni atribuir esa idea a quienes la proponen. Si hay una propuesta que arriesga una concentración excesiva de poder es la de que el Congreso elabore una nueva Constitución, asumiendo poderes legislativo y constituyente.

El buen desarrollo del debate constitucional requiere una evaluación ponderada de las distintas posturas.

Ernesto Riffo Elgueta

Director Observatorio del Proceso Constituyente en Chile, Fundación RED