Todos los días, a las 8.30 de la mañana, el escultor Daniel Cordero (53) ingresa al que ha sido su lugar de trabajo desde febrero pasado, una antigua fábrica de muebles en Recoleta. Siempre arriba de andamios, permanece hasta las 7 de la tarde, de domingo a domingo, para dar forma a la estatua de 7,5 metros de Juan Pablo II (13,5 metros en total, gracias a una base de seis) que le encargó la Municipalidad de Recoleta y la Universidad San Sebastián, con un costo de $ 400 millones. En la tarea le ayudan 15 personas, liderados por el escultor Octavio Román, nieto del premio nacional, Samuel Román, autor del Monumento a Balmaceda, de Plaza Italia.

El coloso de bronce, que ha causado explosivas reacciones (Ver página 29, opinión del arquitecto Pablo Allard) por su inusual tamaño, proporción y ubicación, pretende ser instalado en la plazoleta frente a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile.

En esta estatua "XL" del Papa, que debería estar terminada en cinco meses más, Juan Pablo II aparece con el brazo levantado, guiño al vehemente gesto que hizo cuando profirió la frase "No tengan miedo de mirarlo a El", en el encuentro con jóvenes en el Estadio Nacional, en 1987. Este no es sólo un simple encargo más para Cordero. El escultor está involucrado íntimamente en el proyecto y se declara ferviente admirador del fallecido Pontífice.

Muchos creen que el tamaño de la estatua es desmedido.

En Chile no tenemos el hábito de ver monumentos grandes por una mentalidad de hacer todo en chico. Acá no existe la visión de que los recursos que se destinan a engrandecer una ciudad se recuperan.

¿Siente una admiración especial por Juan Pablo II?

Para los chilenos debería ser el Papa más importante de la historia, porque evitó una guerra con Argentina. Si hubiésemos tenido esa guerra, hubiera muerto una generación de jóvenes. ¿Quién no erigiría un monumento en cada plaza de Chile a quien evitó esa tragedia? Sigo al Papa como un líder y un santo.

¿Le molestan las reacciones negativas de quienes defienden una postura más laica?
Los juicios han sido emitidos sin que nadie haya visto la estatua definitiva. Sólo se ha juzgado mediante fotos del actual modelo en arcilla que es preparativo. Esa es una pálida imagen de lo que será la obra.

¿Qué opina de otras esculturas recientes, dedicadas a ex Presidentes en torno a La Moneda?
Las estatuas son una necesidad de la gente, no de los artistas. Logradas o no, la gente necesita ver a sus héroes, a sus presidentes y a sus santos, modelos de virtud cívica, reflejados en un cuerpo semejante al suyo. Queremos reivindicar el arte de hacer estatuas. Por eso estoy dispuesto a afrontar todas las consecuencias personales que este proyecto me traiga.

Su hermano, Luis Cordero, es vicerrector de la U. San Sebastián ¿Ese vínculo lo unió al proyecto?

Por mi hermano supe que estaban buscando traer a Chile una copia del monumento a Juan Pablo II de cinco metros de alto  que existe en México. Ellos consideraban que ningún artista chileno estaba interesado en hacer este tipo de estatua de grandes dimensiones. Sólo cuando les presenté mi proyecto, con todos los fundamentos técnicos y artísticos, maquetas y dibujos, se convencieron de que sí había en Chile la capacidad de hacer un proyecto de esta envergadura. No se hizo concurso público, fue un encargo directo de la Universidad.