La ciudadanía se vio sorprendida por la denuncia de vecinos de La Legua sobre una balacera que duró tres días y que se atribuyó a la acción de bandas de narcotraficantes que se disputan el control de los barrios. Este hecho es a todas luces preocupante, más aún considerando que este sector de la capital es desde 2001 parte del programa de intervenciones sociales y policiales de barrios críticos. Un proyecto que se creó precisamente para hacer frente al narcotráfico y a la delincuencia que coartaba el normal desarrollo de las actividades de los residentes del sector y afectaba su calidad de vida.

Lo sucedido, y lo revelado en las operaciones policiales luego de las denuncias, dan cuenta de las deficiencias de estas intervenciones ya anticipadas por el informe de la Comisión Investigadora de la Cámara. La mera intervención policial no ha entregado una real solución al problema, en la medida que las condiciones sociales y su percepción no han cambiado como resultado de las intervenciones. Además, la delincuencia sigue buscando nuevos caminos para ejercer su control.

Es necesario, por ello, que la autoridad reconozca que está perdiendo la batalla en algunos sectores y que es urgente reformular las intervenciones. Para lograrlo se requiere mayor voluntad política, una mejor coordinación y comunicación entre las entidades responsables, y entender que los barrios críticos necesitan programas que persistan en el tiempo y cuenten con un sistema de evaluación permanente. Sin perjuicio de lo anterior, queda en evidencia la necesidad de cambios legales que permitan un mejor control en relación a la tenencia de armas y al acceso a municiones entre quienes ya han sido condenados por delitos graves.