Opazo y Fernández volaban por la derecha. Terans soltaba la zurda, esa zurda que aparece y deleita. García se atrevía. Muñoz desordenaba, Parraguez preocupaba. Wanderers le daba una verdadera lección de fútbol a una Católica bipolar. Un elenco que entendía perfectamente qué quería hacer cuando cruzaba la mitad de la cancha, con Buonanotte entendiéndose mejor con Silva. Aunque no lograra concretar, algo anunciabaPero el dilema estaba desde el medio hacia atrás. No hubo rebotes a favor, no hubo duelos ganados y tampoco reacciones para marcar algunos metros más cerca. Y, desde ahí, todo se vino abajo.

Fuentes intentaba ayudar el desastre que tenían Parot y Noir por la izquierda, y en ese intento -fallido, por lo demás-, Kalinski quedó solo en el mediocampo. Y no supo si ser salida, si ser tapón, o si ser algo. Espinel logró, en principio, su objetivo que quizás la UC no esperaba: tener el balón y mostrar una velocidad aún superior a la que constantemente busca Salas.

Cuando Toselli ya era figura en el primer tiempo, Wanderers por fin concretó uno de sus tantas expediciones por la banda de Parot. Parraguez concretó lo que parecía inevitable luego de una nueva incursión de Fernández, y la UC no supo cómo responder. En el primer tiempo, no llegó más.

Y en el segundo, tampoco hizo mucho más. El Tanque Silva, peleado con el arco, fue el que intentó en tres ocasiones. La más clara, fue un cabezazo salvado por Castellón y que dio en el palo. Al uruguayo se le puede criticar su poca efectividad, pero su búsqueda determinada es de lo poco destacable de esta UC.

¿Se creyó el cuento la UC, o simplemente le tomaron la mano? En algunos casos, pareciera existir relajo. O, por lo menos, descensos en el rendimiento extremadamente drásticos. Los cuatro de atrás y la contención tuvo un duelo en un nivel muy por debajo al de 2016. Como si recién se estuvieran conociendo. Sobre todo por los costados, donde la derrota inapelable en los duelos individuales fue clave en Valparaíso. Lo fue, de hecho, para el gol de Farfán, que concretó un gran contragolpe de Parraguez para sentenciar una historia escrita. Y el mismo ariete, una de las grandes figuras del encuentro, pondría la goleada tras la devolución de gentileza de Farfán. A esas alturas, Fuenzalida ya jugaba muy incómodo por la izquierda, Gutiérrez y Bravo ya estaban en la cancha sin poder marcar diferencias y el desorden ya era el denominador común en la visita.

Wanderers, al igual que el torneo pasado, derrotó a Católica. La anuló y da señales de mejoría luego de un largo bajón que lo tiene en la parte baja. Y demostró que puede tomar la iniciativa, a diferencias de lo que demostró en un Torneo de Apertura más especulador. Y golpeó a un conjunto franjeado que tiene un verano muy descansado. Saliendo de la piscina, con suerte Con tres puntos de nueve, es hora de que se acaben las vacaciones. El cupo en la tarjeta de crédito se está acabando.