Sus 28 años en Chile no bastaron para poder sobrellevar la experiencia con un nuevo desastre natural. A pesar de haber convivido con megaterremotos, tsunamis, aluviones y nevazones intensas, presenciar el paso de un huracán -y uno como Irma- no fue tarea fácil para Nicole Obaid, una chilena radicada en Miami desde enero de este año. Y es que, como relata, al principio abundó el escepticismo, pero cuando se empieza a ver el pánico en la gente "y el terror colectivo", el asunto comienza a tomar más peso.

Los días previos al huracán, Nicole junto a su marido se preocuparon de informarse bien. Las autoridades del condado de Miami-Dade entregaron los datos suficientes para que una novata como ella, pudiera alistarse y preparar los días que venían. "Las principales recomendaciones fueron abastecerse con agua y comida no perecible, así que partimos al supermercado y compramos todo lo necesario para estar por lo menos dos semanas. Además, cubrimos las ventanas del departamento con unas placas de cemento. Teníamos que protegernos del viento que se venía".

"Es la primera vez que paso por esta experiencia, al principio no crees mucho y piensas que el huracán se va a desviar, o que no va a tocar Miami, pero cuando empiezas a ver el pánico en la gente y el terror colectivo que se genera, o cuando ves a tus vecinos moviéndose, metiendo todo lo que pueden en un auto y arrancar, ahí uno se toma un poco más en serio esto", cuenta.

A un día del paso de Irma y desde su departamento en Doral -sector de Miami que fue muy afectado por la gran caída de árboles-  Nicole cuenta que en comparación a los desastres naturales que afectan a Chile, el paso de un huracán da una "sensación de terror que es un poco más prolongada, porque te están avisando con cinco días de anticipación lo que va a pasar, lo que puede pasar, te muestran todos los escenarios posibles para que estés preparado para lo que se viene. Es una sensación de miedo e incertidumbre muy prolongada". Y a pesar de que intentaron mantener la calma, la chilena asegura que igualmente "el pánico se apoderó de nosotros".

Al comienzo -cuenta- solo se sentía un viento fuerte, "veías como iban cayendo ramas, pero más que eso, no". Ya el domingo, cerca de las 14.00 horas, cuando el ojo del huracán era presenciado por Florida, "el ruido era más fuerte. Partió con una especie de silbido que terminó en ráfagas muy grandes. Fue una experiencia un poco terrorífica cuando pasó Irma, porque además durante las casi dos horas que avanzó, se activó la alarma de incendio de mi edificio. Ahí yo y mi marido nos asustamos un montón".

"Paco -su marido- salió del departamento a ver qué estaba pasando, porque creímos que podía ser  un incendio, pero finalmente solo había caído un árbol y eso activó las alarmas", cuenta en conversación con La Tercera. Previo a eso, Nicole había seguido la indicación de las autoridades: "Cuando empezó a pasar Irma, los árboles empezaron a azotar la ventana de nuestra pieza, no sabía lo que estaba pasando así que seguí la recomendación que era cubrirse con un colchón". "Las autoridades dijeron que para la gente que no iba a evacuar, lo más seguro era meterse a la tina y taparse por si empezaban a volar cosas", dice.

COBERTURA MEDIÁTICA Y ROL DE LAS AUTORIDADES

Pese a que hasta ahora el paso de Irma dejó un saldo de tres muertos en Florida, el objetivo de las autoridades era minimizar los daños. De acuerdo a la experiencia que vivió Nicole, el rol que cumplieron las policías y funcionarios del gobierno fueron muy relevantes para que las afectaciones no fueran mayores. "Fue impecable", cuenta.

"Lograron el objetivo, que era resguardar la seguridad de la población. La verdad es que fueron muy claros con la información, siempre dijeron todo, dónde estaban los refugios, el anuncio del toque de queda, todo fue muy claro".

En cuanto a la cobertura de los medios de comunicación, Nicole cuenta que se estuvo informando durante las 24 horas. "Lo que sí, en un momento y en pleno paso del huracán, fue un poco contradictorio. Te decían no salgas, es peligroso, hicieron mucho hincapié en que todos nos quedáramos en nuestras casas, pero veías a los noteros con el agua hasta el cuello, y pensabas: 'hasta qué punto'".

"Fueron un poco irresponsables, pero con ellos mismos, por cubrir pusieron en riesgo sus vidas. De hecho Javier Olivares, ese periodista chileno, cubrió el huracán desde la mitad de la tormenta, literal, con el agua hasta el cuello y veías que apenas podía quedarse parado. Eso te hacía dudar sobre si realmente estaba quedando la escoba", señala.