Si bien la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Claudia Pascual, estuvo toda la semana pasada en Nueva York, EE.UU., en un encuentro sobre mujeres organizado por la ONU, ha seguido de cerca lo que sucede en Coyhaique con el juicio en contra de Mauricio Ortega, único imputado en la brutal agresión que sufrió Nabila Rifo, quien presentó diversas fracturas de cráneo y sin sus dos globos oculares. Y no ha querido restarse del debate que ha generado la estrategia utilizada por la defensa, que, en su intento de demostrar una eventual agresión sexual, ha realizado reiteradas preguntas a diversos testigos acerca de la vida personal y sexual de la víctima. Pascual habló con La Tercera sobre el juicio a Ortega, pero también acerca de la nueva ley que sanciona con cárcel el maltrato, sobre los movimientos sociales de mujeres y femicidios.

¿Qué opina que en este juicio se hayan hecho constantes preguntas sobre la vida privada de Nabila?

La situación de violencia brutal y extrema que vivió Nabila Rifo debiera tenernos concentrados en hacer justicia, esclarecer los hechos y encontrar y sancionar al o a los responsables. Como ministerio y servicio, hemos estado con Nabila desde el comienzo preocupadas y ocupadas de darle protección, atención y también del apoyo legal, en tanto somos querellantes. En el caso de Nabila, y en todos los casos de violencia en que se intenta desviar el centro de atención apuntando a la conducta de la mujer víctima de violencia, nos parece indignante. No hay nada que justifique la agresión, el intento de asesinato o femicidio de una mujer. Pedimos que se haga justicia para Nabila y no que se la enjuicie.

¿Por qué motivos se buscaría, en estos casos, "evaluar" a la mujer por su vida privada?

La cultura machista siempre ha buscado justificar y exculpar la discriminación y la violencia contra las mujeres. Las vidas de las mujeres, lo que haya hecho o no, no puede justificar ni ser utilizado para relativizar la gravedad de la agresiones y, en particular en este caso, lo que ha vivido Nabila. La exposición de la vida de una mujer que fue violentada, y que es sobreviviente de un ataque femicida, también es violenta.

La semana pasada el Congreso despachó la ley que sanciona el maltrato. ¿De qué forma esta norma ayudará a prevenir y sancionar la violencia hacia las mujeres?

Cuando las estadísticas nos plantean que una mujer que vive violencia se demora siete años en denunciar, y además nuestra legislación dice que los tribunales de familia deben calificar si el maltrato es habitual antes de ir a una sede penal, ha sido un desincentivo a la denuncia de las agresiones de todos los miembros de la familia y en particular de las mujeres. Por otro lado, las mujeres tienen que probar varios episodios de violencia para que exista una investigación y condena. Con este proyecto de ley basta con probar un hecho particular de violencia para que este se investigue, lo que aumenta las posibilidades de que haya condena.

La Encuesta Casen 2015 mostró que las brechas de participación laboral y de salarios entre hombres y mujeres no se han acortado...

La encuesta muestra que existen avances sostenidos en la tasa de participación laboral de las mujeres. Sin embargo, nos gustaría que ese crecimiento fuera más acelerado para que más mujeres trabajaran remuneradamente, que las condiciones de trabajo sean más igualitarias con los hombres, que haya corresponsabilidad en las tareas del cuidado de los familiares y el trabajo doméstico. Y lo que sigue mostrando es la persistencia en la brecha salarial, que son promedios muy altos.

¿Cree que los movimientos y marchas de mujeres puedan lograr algo?

Las masivas marchas y condenas de la ciudadanía de los hechos de violencia son importantes muestras de que hay avances en la transformación cultural, en que es posible construir un país y una cultura de la no violencia hacia las mujeres. Pero también nos interpela para atender y prevenir la violencia con una articulación de las instituciones y de esa manera podamos responder de manera más rápida y acorde a la gravedad e integralidad con que la violencia se vive.

¿Por qué las tasas de femicidios no bajan?

A la fecha han ocurrido siete femicidios consumados y 19 frustrados, y el año pasado a esta misma fecha habían ocurrido 13 y 22, respectivamente. Pero, más allá de las cifras, nos duelen todos los casos, porque no son un número. Como ministerio esperamos que la violencia pueda ser erradicada y eso pasa por el papel del Estado, de privados y, en particular, por hacer un llamado a los hombres a cambiar. Queremos promover el buen cariño, el respeto de todos y todas.