Chile es un país especial en el mundo en términos de terremotos. Simplemente, tiembla mucho. Además, muchos de ellos son eventos con magnitud mayor o igual a 8, que liberan una tremenda cantidad de energía. Sólo para que no lo olvidemos, hagamos la mención que si uno de nuestros terremotos con M >8 ocurre en un país como Italia, se generaría un desastre humanitario tal que pronto estaríamos llenos de campañas en redes sociales como forma de solidaridad. Esto, debido a que las construcciones allá simplemente no están preparadas para un terremoto tan grande (aunque, siendo justos, tampoco ocurren movimientos sísmicos de ese tamaño en ese país). Y ya que en Chile tenemos, en promedio, un terremoto de estos una vez cada 12 años -no ocurren exactamente de manera periódica-, entonces es muy importante evaluar cuáles son los peores escenarios posibles, para buscar la mejor forma de prepararnos frente a ellos. La historia, en este caso, nos da una chance espectacular para saber a qué atenernos. Por otro lado, los estudios actuales sobre cuál es el nivel de bloqueo de las placas tectónicas y de la posterior intentificación de las lagunas sísmicas nos permiten entender el estado actual de la subducción en la cual vivimos, y nos dan herramientas para anticipar los peores escenarios en el mediano plazo.

Como ya hemos mencionado varias veces, los grandes terremotos en Chile se producen por el movimiento súbito de una gran porción de la placa Sudamericana respecto a la placa de Nazca. Uno de estos eventos es la finalización de la acumulación de tensión entre las placas, que se bloquean durante muchos años. Por lo tanto, un terremoto genera un área de ruptura y el desplazamiento relativo de las placas. Sin embargo, no todas las partes de esa área se desplazan de la misma forma debido a un sismo. Entonces, para hablar del tamaño de un terremoto, debemos fijarnos en el tamaño de la superficie de ruptura, y en el desplazamiento de las distintas partes de la placa en ella. Un detalle importante que debemos considerar es que, para que se genere una mega-ruptura, una parte muy importante de la placa debe moverse al mismo tiempo durante el terremoto. Y eso ha ocurrido pocas veces en nuestra historia. Las estimaciones históricas muestran que sólo 4 de todos los terremotos chilenos tuvieron una magnitud mayor o igual a la del terremoto del Maule del 2010. Éstos son el terremoto de Tacna-Arica de 1868 (M=8.8), el de 1730 (re-estimado en M 9.1-9.2), el de 1960 (M=9.5), y el del Maule (M=8.8). Naturalmente, el que hayan ocurrido pocas veces en tiempos históricos no dice que no hayan ocurrido mucho tiempo atrás, pero sí muestra que son extremadamente raros dentro de nuestra historia sísmica. De forma muy llamativa, 3 de estos 4 eventos se dieron en el centro-sur del país, y una razón que varios académicos han propuesto al respecto tiene que ver con el contacto entre placas. Aparentemente, en la zona norte de Chile el contacto es más rugoso, lo que ayuda a la generación de bloqueos, y al mismo tiempo impide que toda la zona bloqueada se mueve junta, de modo que se genera una mayor cantidad de sismos, pero nunca tan grandes como lo que ocurre en la zona centro-sur. En esta región del país el contacto es un poco más suave, por lo que cuando se bloquea hay una mayor probabilidad de que el desbloqueo ocurra en la forma de un gran terremoto. Lo interesante es que en la zona norte del país el último gran terremoto ocurrió en el año 2014, sin conseguir desbloquear toda la "laguna sísmica". Ese sismo, de magnitud M=8.2, sin dudas fue grande, pero nunca tan grande como el potencial peor escenario (un sismo de magnitud mayor al del Maule del 2010). En la zona centro-sur, por otra parte, se han registrado enormes terremotos, y muchas veces éstos han ayudado a desencadenar otros eventos en lugares de la placa que ya estaban bloqueados (y "cargados" por decirlo de una manera) anteriormente. Eso último se ha visto en los años 1570-1575, 1647-1657, 1730-1751, 1822-1835, y 1906-1922, y nos recuerda una vez más la complejidad en la ocurrencia de grandes eventos sísmicos, y de pasada nos habla acerca de lo difícil y casi imposible que es avanzar en su predicción.

Por lo tanto, viendo las lagunas sísmicas que existen, lo que podemos mencionar tras estudiar el nivel de bloqueo de ellas es cuál es el tamaño del terremoto más grande que podría darse: el peor escenario. Esto no significa que ese sea el que se va a dar, pero sí nos ayuda a entender a qué nos podríamos llegar a enfrentar, para así poder prepararnos como sociedad de mejor forma frente a ellos. La figura de arriba (alterada de un artículo publicado por Métois y colegas en la revista Geophysical Research Letters el año 2012) muestra el nivel de bloqueo de las placas antes del terremoto del Maule el 2010, marcando las zonas de ruptura de diversos terremotos de la zona central. Mientras más negra sea la zona, más bloqueadas se encuentran las placas allí. En base a la historia y a la actividad sísmica, en la zona centro-sur de Chile se pueden ver 4 grandes regiones, donde cada una de ellas tiene el potencial de generar un terremoto de magnitud mayor o igual a 9 si es que liberaran toda su tensión acumulada al mismo tiempo. Éstas son las zonas comprendidas entre Chañaral y La Serena, entre Illapel y San Antonio, entre San Antonio y Arauco, y entre Arauco y Aysén. Las zonas que actualmente se consideran "liberadas" son la parte norte de la zona entre Illapel y San Antonio (liberada el 2015), la que va entre San Antonio y Arauco (liberada el 2010), y la que produjo el terremoto de 1960 (aunque en esta última ya se están empezando a generar sismos de magnitud mayor a 7, y deberíamos esperar que puedan seguir ocurriendo). Por lo tanto, queda bloqueada la zona entre Chañaral y La Serena, cuyo último terremoto ocurrió en 1922 y tuvo una magnitud M=8.4. Un terremoto de similares características podría darse en el futuro en la zona como peor escenario. En la parte sur de la zona entre Illapel y San Antonio, justo frente a Valparaíso, las placas están muy bloqueadas. Allí, un terremoto de magnitud mayor a M=7.5 es perfectamente factible, y ya tuvimos un aviso de lo activa que está esa zona durante el primer semestre de este año.

En la zona norte de Chile, la gran laguna sísmica antes del 2014 comprendía la zona entre el sur del Perú y Tocopilla. Y ya que el terremoto del 2014 cerró solo parte de esta laguna, aún podemos ver bloqueos al norte y al sur de la ruptura de dicho terremoto, como se ve en la figura de bloqueo del norte del país (alterada de un artículo publicado por Métois y colegas en la revista Pure and Applied Geophysics). Por lo mismo, podemos esperar terremotos desde Tacna hasta cerca de Pisagua, y desde el sur de Iquique hasta un poco más al norte de Tocopilla. El peor escenario para la primera región nombrada involucra un terremoto de magnitud M ~ 8.3, mientras que para la segunda zona el peor escenario incluye un terremoto de magnitud M ~ 8.2. Como ya se mencionó, no necesariamente se van a cumplir estos peores escenarios, ya que actualmente no es posible anticiparse con seguridad a la forma en que se generará el siguiente terremoto.

Como último detalle, todos hemos escuchado a un charlatanes en la televisión y redes sociales anticipando terremotos de magnitud 10 para Chile, de esos que "parten el país por la mitad", como ellos dicen. Bueno, la evidencia que poseen los científicos dice que en Chile, eso es totalmente imposible. Al parecer, en nuestro país hay zonas de la subducción donde no se producen grandes terremotos. Es decir, hay zonas donde las placas nunca parecen estar muy bloqueadas (al menos en tiempos actuales). El año pasado, Marianne Métois y sus colegas identificaron seis de estas regiones, que actúan como delimitadores naturales del tamaño máximo que puede llegar a tener un terremoto en Chile. Éstas se encuentran cerca de Iquique, Barranquilla (no la Colombiana, claro), La Serena, San Antonio, y Arauco. Y ya que existen estas zonas, parece imposible generar un megaterremoto de magnitud M=10 en Chile, ya que el área de ruptura tendría que ser tan grande que deberían atravesarse varias de estas zonas. Por lo mismo, y siendo Chile el país que es, se hace tremendamente importante hablar de forma transparente sobre eventos tan potencialmente destructivos como lo son los terremotos. Tener una identificación precisa de los peores escenarios que se enfrentan permite a las autoridades tomar buenas decisiones, y a nosotros como ciudadanos nos ayuda a preparar mejores planes de emergencia de los que ya tenemos (o deberíamos tener). Pero todo esto comienza de una investigación seria, donde no se le baje ni se le suba el perfil a algo. En el mundo estos estudios se hacen, y siempre hay un científico chileno involucrado en ellos. Estaría muy bien que esas voces estuvieran en la palestra. Todos nos merecemos algo mejor.

Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.