El relevo nunca es fácil y, en ocasiones, la espera es tan larga que para cuando llega ya olvidamos por qué ansiábamos que apareciera. Ocurre en todo orden de cosas. En la literatura, por ejemplo, el caso más emblemático es el de Borges. En Buenos Aires y alrededores se cansaron de esperar que alguien tomara esa posta. O mejor dicho, entendieron que a su altura no había relevo posible y, de alguna manera, se resignaron a tener buenos escritores, grandes cuentistas, pero ninguno como el autor de Las ruinas circulares.

En otro orden de cosas, cada vez que escucho una declaración del nuevo presidente de los Estados Unidos extraño más a Obama. No sé cuánto tiempo habrá de pasar para que los estadounidenses vuelvan a tener un presidente como él -aunque, aparentemente, la devoción por el líder demócrata era mayor fuera de sus fronteras que dentro-. El carisma, el sentido común y la estatura moral no son virtudes que se compran con dinero.

En el deporte tampoco resulta fácil buscar reemplazantes. ¿Alguien ha superado a Mohamed Ali en el boxeo? Podrán decir que Mike Tyson volvió a reverdecer la categoría de los pesos completos, pero como Ali nadie. ¿Después de Pelé y Maradona, quién? ¿Messi? Puede ser, aunque para muchos el 10 del Barcelona está algunos peldaños por debajo de esos dos monstruos.

Escribo esto pensando en lo que dejó la China Cup, en las cuentas alegres que comenzamos a sacar, en el gran mérito que significa ir con el objetivo declarado de conquistar una copa y ganarla. Es cierto que se trató de un torneo menor respecto de lo que será, por ejemplo, la Copa Confederaciones -a disputarse en Rusia, en junio de este año, con rivales como Alemania, México, Portugal, el campeón de África y Rusia-o la Copa Artemio Franchi -a jugarse en Italia, en marzo de 2018, con la presencia de Francia, Portugal, Argentina y Chile-. Sin embargo, en el libro de haberes y deberes tras el viaje a China los números quedaron escritos en azul.

Y es que más allá de sumar un nuevo trofeo a las vitrinas del fútbol nacional, el objetivo de ir probando nuevos nombres que puedan alimentar el plantel de Pizzi de cara a lo que viene para la Roja se consiguió. Con destacador quedaron los nombres de Paulo Díaz, Guillermo Maripán y Oscar Opazo, en la zaga; el aporte de Esteban Pavez y Leonardo Valencia, en el mediocampo, a lo que se suma un resucitado: Carlos Carmona.

Es probable que ninguno de estos nombres esté en el once titular en el próximo partido por las clasificatorias -el 23 de marzo, en el Monumental de Núñez (Buenos Aires), ante Argentina-, pero debieran ir sumando minutos en lo que queda del año para ser una alternativa real una vez que la generación dorada se retire a los cuarteles de invierno.

De todas maneras, hay que tener algo claro. La tarea recién comienza y este grupo de jugadores deberá trabajar duro para asumir con propiedad el relevo. Aunque nos pese habrá que poner los pies en la tierra y saber que por ahora aspiramos a una generación de transición, a un grupo humano que cumpla los objetivos, antes de que vuelvan a aparecer jugadores de la talla de un Sánchez, de un Vidal, de un Aránguiz o de un Medel. Esperaremos, por cierto, como Penélope.