EN LAS elecciones de Holanda -realizadas el pasado miércoles- el Partido Liberal del primer ministro Mark Rutte (VVD) se mantuvo como la primera fuerza y consiguió 33 escaños en un Parlamento de 150 diputados y deberá ahora conformar una coalición de al menos 76 asientos para mantenerse en el gobierno. En tanto, la colectividad del nacionalista y ultraderechista Geert Wilders (PVV), si bien creció en apoyo, no logró avanzar lo suficiente para convertirse en una fuerza determinante y se ubicó en el segundo lugar, con 20 diputados, por lo que se convertirá en la principal colectividad de oposición.

Estehecho constituyó un alivio en la dirigencia europea, debido a que el avance populista reflejado en el PVV de Wilders fue mucho menor a lo que adelantaban las encuestas hace apenas algunas semanas, teniendo en cuenta que estas elecciones eran vistas a nivel internacional como el barómetro de lo que podría pasar con los partidos nacionalistas en los próximos comicios de Francia y Alemania.

De esta manera, la amenaza que representaba Wilders con su discurso antimusulmán y antiinmigrante parece haber quedado más disminuida, lo que fue reafirmado por los líderes de Europa como Angela Merkel y François Hollande, quienes sostuvieron que había sido una buena jornada para la democracia y que los valores de apertura son la única respuesta a las pulsiones nacionalistas.

La victoria de Rutte -quien en todo caso retrocedió ocho escaños- fue favorecida por dos factores. En primer lugar, la gestión del primer ministro de Holanda frente a la crisis con Turquía -marcada por una actitud desafiante ante el presidente turco-, lo que, al parecer, le ayudó a reforzar su posición a días de los comicios. Asimismo, la masiva movilización de votantes -que alcanzó el 80% de participación, la más alta en 30 años- constituyó posiblemente el factor más determinante, lo que resulta una señal esperanzadora en cuanto a que la ciudadanía mantiene una capacidad de reacción cuando se ve enfrentada a decisiones relevantes, como es el caso de abrir la puerta al populismo y la xenofobia.

Sin embargo, a pesar de estos auspiciosos resultados, la amenaza de este tipo de movimientos sigue presente en la región, convirtiéndolos en un riesgo latente. En Francia, Marine Le-Pen, la candidata del Frente Nacional, se ha posicionado como una seria carta para las elecciones presidenciales de mayo próximo. En tanto, en Alemania, el movimiento nacionalista Alternativa para Alemania también mostró un importante avance en las últimas elecciones regionales, y aspira a concretar ese respaldo a nivel nacional en las elecciones generales de este año en ese país, donde la actual Canciller Angela Merkel aspira a ratificar su liderazgo.

Con todo, Holanda dio una señal relevante de contención del nacionalismo que hasta ahora venía mostrando un importante avance, con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y el Brexit en Reino Unido, lo que da una cierta señal de alivio para las próximas elecciones en Europa, sugiriendo que si los votantes se movilizan masivamente, las fuerzas más moderadas tienen opción de contener a aquellas más radicalizadas.