EL REPORTAJE publicado por El Semanal titulado en portada "Miguel Piñera en serio" y en su interior cómo "El Negro confiesa a Miguel" le produjo "una risa incontenible" a Joaquín Grau, quien como vecino del departamento que habita el cantante sufre por los numerosos televisores que éste mantiene encendidos a todo volumen, soporta el órgano y las guitarras eléctricas que suenan destempladamente en las ruidosas "fiestas" que organiza con sus amigos, parrilladas incluidas, las que inicia a altas horas de la noche y hasta el amanecer. E informa de las innumerables denuncias a Carabineros y Seguridad Ciudadana de Vitacura que han hecho los vecinos, sin resultados, y señala que preparan una denuncia ante el Juzgado de Policía Local.

Reclama el lector porque el Miguel Piñera que aparece en el reportaje no es el "buena onda y niño adulto" que él sobrelleva y "que el periodismo de farándula quiere hacernos creer". Sin embargo, debe destacarse que en su bajada el citado artículo deja constancia que en esa oportunidad a Miguel Piñera se le propuso algo distinto "dejar de lado las bromas y el espectáculo y atreverse a hablar en serio. De su familia, de su miedo a la muerte, de los excesos", testimonio "construido tras largas conversaciones en su departamento". El texto se encuentra escrito en primera persona y es un relato en que el personaje da cuenta de la agitada vida llevada, de su relación con sus padres y hermanos, así como de sus temores, aficiones y anhelos.

En ese aspecto es una confesión, por lo que no cabía recoger las consideraciones de terceros. Hay un antecedente que entrega Grau y que enriquecería la investigación de un periodista y es revisar el libro de reclamos de un edificio. En este caso, allí hay constancia de la vida nocturna del Negro Piñera y de lo que opinan los copropietarios del inmueble, sin perjuicio de consultarles a ellos y a los conserjes. Información que serviría para complementar cualquier personaje que se describe.

SUGERENCIAS

Los puntos de vista de aquellos economistas chilenos que trabajan en el extranjero, frecuentemente son recogidos por La Tercera, ya sea en columnas, entrevistas o en sus intervenciones en seminarios cuando visitan el país, pero Angela Daneri Mateluna sugiere que también se recoja la experiencia y las opiniones de una variedad de académicos y profesionales que trabajan en otros países en diversos sectores. Ella pide "formalmente un espacio para ellos, muchos quienes no se fueron por razones políticas, sino que sólo con el afán de buscar nuevos horizontes" y que dejan "en lugar muy alto a nuestro Chile".

La sugerencia de la lectora adquiere fuerza por el interés que despiertan las vicisitudes de los compatriotas en otros países. Además, sin perjuicio del motivo por el que están fuera, el proyecto que les daría la opción de votar en las elecciones nacionales hace que sus opiniones cobren mayor interés en referencia a Chile. Se le hizo llegar al director del diario la sugerencia de la lectora, quien la consideró atendible y aseguró que en la pauta está el publicar noticias o reportajes sobre comunidades o personajes chilenos en el extranjero y que, por cierto, no "se limita a los economistas".

Angela Daneri, junto a su sugerencia, saluda esta columna por su primer aniversario, que es "inédita en la prensa nacional", y la califica como "un espacio potente, que da pruebas fehacientes sobre su transparencia y honestidad". Saludo y juicios que se agradecen.

CASOS Y CASOS

Las afirmaciones del lector Jan Krebs publicadas el domingo pasado, en que atribuía al Estatuto Docente y a la falta de evaluación del profesorado como una de las causas de las deficiencias en la educación chilena, generaron la reacción de los profesores  Jorge Abarca Aguirre y Luis Manuel Farías Sepúlveda. Ambos critican las generalizaciones de la frase del lector Krebs, las que sólo fueron citadas para dar a conocer su opinión en el contexto en que se vive a propósito de la educación en el país.

Jorge Abarca es profesor de Historia y Geografía, graduado en 1980 en la entonces sede de la Universidad de Chile en La Serena, Magíster en Historia de Chile con distinción máxima y candidato a doctor en Historia de Chile, su tesis doctoral este año obtuvo nota 6,5. Ha publicado artículos en la revista española Hispanova y Archivum de Viña del Mar. Dicta clases en El Tabo y cuenta que lo obligaron a evaluarse en 2010 y que no fue bastante hacer el portafolio docente, sino que le exigieron asistir a un curso de tecnología en el aula (Tics). Como el resultado de su evaluación fue insatisfactorio, nuevamente debe evaluarse este año. Concluye que a pesar de su currículum, "soy un profesor inepto según la óptica de la evaluación docente" y agrega: "Espero alguna respuesta suya".

Es indudable que no es conveniente generalizar, pero en este caso no corresponde ni es posible pronunciarse sobre esta situación particular sin contar con todos los antecedentes, y desde luego escuchar los criterios de los evaluadores.

En cuanto al profesor Luis Manuel Farías, profesor de inglés, rechaza el calificativo de "inepto" para cualquier profesional que durante cinco años se prepara para realizar su labor. Precisa que la resistencia de los docentes a las evaluaciones ha sido mínima y se critica la forma en que se realiza. Asegura que la "inamovilidad" de los docentes no es lo que ha perjudicado la calidad de la educación y que no es sólo responsabilidad de ellos, sino también de las familias.

Lamentablemente, no es factible entrar en esta columna al debate sobre las causas de los cuestionamientos a la calidad de la educación. Sólo dejar constancia de las reacciones de los lectores.