Una señora dispone la mesa con la mejor vajilla y cristalería. Cuando tiene todo listo, se quita la vida con tres frascos de pastillas. Es Nora y, como mujer metódica, ha preparado con antelación un plan para su (largo) velatorio y posterior entierro. Quien queda al mando de los preparativos, por circunstancias de la vida más que por decisión propia, es José, su ex marido. El problema es que, debido a las costumbres judías, Nora no puede ser enterrada antes de cuatro días. "Seguro que lo hizo a propósito, para jodernos la vida a todos", piensa José. Algo de razón tiene. La acción se reduce casi exclusivamente al interior del departamento de Nora, por donde desfilan variopintos personajes: los judíos ortodoxos preocupados del rito, el hijo que está en el extranjero, amigos y familiares que van empujando la película más a la comedia negra que al drama. Quien se lleva los aplausos y el peso del filme es Fernando Luján en su rol de José, al crear un personaje amargado rico en matices. Por su lado, Mariana Chenillo, directora debutante, demuestra  buen ritmo para la comedia, aunque se queda un poco corta en lo que al drama se refiere. De todas formas, es una película honesta y convincente, al margen de los reparos que se le puedan hacer.