Tom DiCillo es un veterano del cine indie -director de foto, guionista, realizador- que se animó a contar en este documental la historia de The Doors con Johnny Depp, nada menos, en calidad de narrador. La trayectoria del grupo que vendió 80 millones de elepés entre 1966 y 1971, se va vertebrando cronológicamente a través de su cara visible, el mítico y fetichizado Jim Morrison. Y parece difícil hacerlo de otra manera. El poeta hijo de militar, epítome de los años del desmadre y la desobediencia, está en la médula de un relato que se vale de ciertos recursos ficcionales para seguir el camino de la célebre banda estadounidense. Así, asoma material poco difundido, se subrayan ciertos aspectos musicales -como la ausencia de bajista y las bases sui generis de su propuesta- y se busca dar algún crédito a los demás miembros del cuarteto. Pero, ante todo, se examina el modo en que Morrison fue adquiriendo estatus de leyenda y cómo tal evidencia condicionó todo lo que pueda decirse acerca de los Doors, de su puesta en escena y de su producción discográfica. Más para conversos que para escépticos, más dueña de respuestas que elaboradora de preguntas, la cinta es de las que ilustra e informa a raudales, luciendo en esto una sentenciosa moral televisiva.