Los últimos meses de Daniela Seguel han estado plagados de momentos simbólicos, casi todos con significados especiales. A veces fortuitos y demasiado tristes, inexplicables. Otros, en cambio, emotivos, al borde de la euforia. Porque si la muerte de su padre, cuando Daniela jugaba la final de la Copa Las Condes, en noviembre pasado, fue una escena casi cinematográfica; lo que vino después no es más que la continuación de la misma historia.

Un libreto escrito minuciosamente y que tuvo ayer, bajo los 34 grados de Barcelona, su momento cumbre. Daniela, 24 años, hija menor de Jorge Seguel y Mercedes Carvajal, tenista, hincha de Colo Colo, y dueña confesa de una pena infinita, levantó el título más importante de su carrera. Su primer torneo en Europa, el de mayor valor, además (US$ 60 mil en premios). Y el primero, también, después de la muerte de su papá. Justo, y por eso Daniela no aguantó las lágrimas cuando recibió el trofeo, en el Día del Padre. El primero de Daniela sin Jorge.

Fue un partido largo, de casi tres horas y media, que Daniela estuvo cerca de dejar escapar prematuramente. Amandine Hesse (202), una francesa de 24 años, apellido de premio Nobel y figura estilizada, ganó sin problemas el primer set y logró remontar un 0-4 en contra en el segundo, quedando a apenas un par de golpes del campeonato. Pero ahí Daniela, que luego se reconoció ofuscada, reaccionó y ganó el tie break. Historia similar para el tercero y definitivo: con ambas ya cansadas y erráticas, sólo al final la chilena sacó ventaja y cerró el duelo con un 3-6, 7-6 (5), 7-6 (3).

De ahí, el festejo mesurado de su madre en la tribuna y los gritos de apoyo de Paula Cabezas, ex tenista chilena radicada en Barcelona y que hospedó a Daniela y Mercedes en su casa durante toda la semana. En la cancha, en cambio, la euforia contenida de la tenista: el cuerpo al suelo, la arcilla pegada en su falda y camiseta, y los dedos al cielo. Lo explicaría así, apenas recibió el trofeo y tomó el micrófono: "Hoy es el Día del Padre y yo hace unos meses perdí al mío, así que este título es para él".

Fue en 2016, poco antes del partido en Las Condes y el paro cardiorrespiratorio que le quitó la vida, cuando Jorge Seguel le propuso a Daniela que para su próxima gira a Europa viajara acompañada de su madre. En un comienzo sería él el compañero, pero meditó que sus habilidades domésticas eran demasiado limitadas. Y que Mercedes, su señora, que nunca había salido de Chile, sería de más ayuda. La idea quedó en el aire y no se volvió a tocar hasta varios meses después.

La promesa

En marzo, sin embargo, y con la familia todavía de luto, Daniela y Mercedes retomaron el proyecto. Luego de la muerte de Jorge, sólo ellas dos viven en la casa familiar de San Joaquín. Por eso, explica Daniela en la terraza del Club Deportivo Hispano Francés de Barcelona, una hora después de consagrarse campeona, a ninguna de las dos le seducía la idea de separarse. "Dejar a mi mamá tres meses sola iba a ser complicado en lo anímico para las dos. Ninguna iba a estar tranquila pensando en cómo está la otra", dice la Pantera.

Reunieron, entonces, la beca que le da Blanco y Negro (anunciada por Aníbal Mosa durante el funeral de Jorge), el apoyo que recibe de ADO Chile y unos ahorros de Mercedes e idearon el itinerario.

Llegaron a Túnez a finales de abril, luego volaron a Italia, Francia, nuevamente Italia, hasta que aterrizaron en Barcelona. Casi dos meses de gira en familia que han servido, comenta Daniela, también como un retiro para ambas. "Después de lo de mi papá, era algo que tenía que pasar, para que estuviéramos las dos bien. Es importante tenerla al lado mío, poder regalonear. Ella me dice que le ha hecho bien estar acá afuera y no en la casa. Allá los recuerdos y los pensamientos se te vienen siempre a la cabeza", manifiesta.

Entre las dos, y lejos de Santiago, explica Daniela, logran atenuar el luto. Al menos olvidarse un rato y fijar la vista en las mezquitas de Túnez, los canales de Venecia o la Sagrada Familia de Barcelona. A veces, sin embargo, inevitablemente la pena vuelve. Y Daniela sabe que tendrá que aprender a convivir con ella: "Es muy difícil, a mí se me ha hecho muy complicado. De hecho todavía no lo acepto. Juro que cuando llegue a Chile voy a encontrar a mi papá en la casa. Antes hacíamos siempre videollamadas, ahora ya no podemos".

Mercedes prefiere no hablar. Apenas dice que está emocionada y que viajar con su hija ha sido un especie de sueño. Entremedio recibe las felicitaciones de dos hinchas chilenos, los únicos que se dejaron ver en el club. Y aclara, luego, que la estrella es ella, Daniela, y por eso repite, cada tres o cuatro palabras: "¡No me vayas a entrevistar a mí!".

Cerca de ella, Daniela es saludada por tres peloteros, cuatro mozos del club y una serie de catalanes anónimos. Enfrenta también una cámara de televisión, responde dos preguntas fugaces, y vuelve a sentarse. Y en ese momento, a 24 horas de tomar un avión a Suecia para jugar los torneos de Ystad y Lund, vuelve a analizar su triunfo. Y lo resume así: "Es el título más importante y también el más especial. De hecho, va a ser el más especial por el resto de mi vida, aunque más adelante gane otro mejor".

Mercedes volverá el 10 de julio a Santiago, para ver nacer a su nieto. Daniela todavía no lo tiene claro: está en su mente jugar los torneos de Budapest y Bucarest, para sumar puntos y clasificar al US Open. Aunque esta vez, medita la tenista, quizás privilegie estar con su familia.