Las últimas cifras sectoriales que ha entregado el INE confirman que la economía chilena sigue atravesando por una fuerte debilidad, sin que por ahora se avizoren señales de que pueda haber un repunte. Aun cuando la producción manufacturera experimentó en marzo un leve crecimiento, la producción minera registró un desplome de 21% -explicado principalmente por la huelga en Escondida-, que unida a la debilidad de otros indicadores podrían llevar a que el Imacec de marzo oscile entre 0% y -0,5%, según los pronósticos de algunos analistas. De confirmarse el escenario más pesimista, el primer trimestre del año terminaría con cifras negativas -comparado con igual trimestre del año anterior-, un cuadro que no se registraba desde la recesión de 2009.

Entre los indicadores dados a conocer por el INE también figura el desempleo, variable que ha continuado al alza -en el último trimestre móvil escaló hasta 6,6%- y donde la creación de empleo sigue siendo débil, concentrándose principalmente en empleos por cuenta propia.

Estas cifras son consistentes con las proyecciones del Banco Central y del FMI, que han continuado recortando las perspectivas de crecimiento para la economía chilena -en 2017 apenas fluctuaría entre 1 y algo menos del 2%-, a pesar de que las proyecciones para la economía regional y mundial han mostrado un repunte. Hay pocas dudas de que el muy bajo dinamismo de la economía nacional responde a estas alturas a factores fundamentalmente domésticos, por lo que sin reformas audaces que devuelvan la confianza interna y reanimen fuertemente la inversión -para ello resulta imprescindible reformular la orientación de reformas como la tributaria y laboral-, el escenario no mostrará cambios relevantes.