Pese a que en las últimas semanas el candidato y senador Alejandro Guillier ha cosechado el respaldo del PR, el PS, el PC y el PPD -teniendo en cuenta la decisión tomada por la Democracia Cristiana de ir a primera vuelta con candidato propio-, han surgido cuestionamientos a su liderazgo desde algunos sectores de la propia Nueva Mayoría (NM). Los reproches apuntan a su estancamiento en las encuestas -con un importante crecimiento del Frente Amplio por el flanco izquierdo-, pero también respecto de sus orientaciones programáticas, las que en general siguen siendo difusas.

Es un hecho que en la parte final de este gobierno, el programa de Michelle Bachelet terminó siendo el elemento divisivo entre los partidarios de un avance moderado de las reformas respecto de aquellos con espíritu refundacional. Con esta experiencia es ineludible plantear la necesidad de una definición temprana del candidato de la NM, sobre todo porque los partidos que lo apoyan ya han esbozado algunos lineamientos que, de incorporarlos en su propio programa, pueden dar luces sobre los verdaderos énfasis que marcarán su eventual gobierno en materia de políticas públicas, donde resulta fundamental saber si será el candidato que apostará por una línea más moderada y cercana a lo que fue la experiencia de la Concertación, o si en cambio buscará identificarse con una línea más "dura".

A modo de ejemplo, el PPD elaboró un documento programático en el que obliga a dar continuidad y sostenibilidad a las reformas implementadas en esta administración, además de un impuesto al patrimonio del 1% más rico, legalización de la marihuana, matrimonio igualitario y una cuota parlamentaria indígena. En el PR, el primer partido en proclamar a Guillier y con el que tiene la mayor cercanía, proponen mayor presencia del Estado en empresas estratégicas, donde diversos actores se involucren en la "planificación productiva y estructural de la economía", reducir a 40 horas semanales la jornada laboral -además de incorporar tres horas semanales de actividad física obligatoria-, entre otras ideas. Más recientemente, el PS también hizo su contribución en materia de propuestas, entre las que se incluyen una reforma constitucional a través de una Asamblea Constituyente, eliminar el Tribunal Constitucional, un sistema previsional con un pilar de "capitalización colectiva y solidario de carácter mixto" y en materia laboral reponer la titularidad sindical -aunque haya sido declarada inconstitucional- y avanzar hacia una negociación colectiva ramal.

Estas y otras ideas repartidas en las definiciones programáticas de los partidos que integran la NM parecen sugerir una profundización del modelo de cambios estructurales en materia económica. Pese a que las reformas impulsadas por este gobierno despiertan un rechazo mayoritario de la población, la base política de la coalición gobernante mantiene el rumbo en materia reformista, el mismo que provoca en la economía la desaceleración más prolongada en 40 años, tres caídas consecutivas -que pueden llegar a ser cuatro- de la inversión y un retroceso abrupto del empleo asalariado. Urge, por tanto, que el candidato Guillier defina qué propuestas incorporará en su programa de gobierno, no solo para que la ciudadanía reciba la información necesaria a la hora de decidir, sino para evitar que en el futuro algún partidario suyo confiese no haber conocido a tiempo sus lineamientos programáticos.