El lunes, en su sesión ordinaria, el consejo del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) acordó imprevistamente la destitución de su director por una amplia mayoría, de ocho votos contra dos, fundándola -según versiones de algunos consejeros-, en una pérdida de confianza y una serie de incumplimientos de tipo administrativo, lo que es negado por el ex director; otras voces, en cambio, aseguran que se trataría de una maniobra para ocultar hechos irregulares en torno al Sename.

Sin perjuicio de las facultades del consejo, es preocupante que una institución de carácter público, que vela por los estándares de la observancia de derechos humanos en el país, se vea envuelta en esta inconveniente polémica, lo que justifica que el consejo abunde en las razones para solicitar esta remoción y se despeje cuanto antes cualquier suspicacia. El episodio justo coincide con un informe sobre el Sename cuya entrega está pendiente; asimismo, también se ha hecho hincapié en el posible conflicto de interés que podría representar el que la nueva directora ejerza labores ejecutivas en una institución colaboradora del Sename, la cual recibe importantes aportes del Estado.

Aun cuando resulta precipitado e irresponsable dar por hecho que hay situaciones irregulares, es importante no perder de vista la importancia de que el INDH, en su operación interna, también mantenga altos estándares en cuanto a procedimientos, oportunidad y comunicación, una labor que recae principalmente en sus consejeros.