EL PASADO domingo, los dos funcionarios de Carabineros detenidos el viernes en Bolivia fueron liberados y entregados en el paso Tambo Quemado a las autoridades chilenas. Tras este episodio, el canciller Heraldo Muñoz instó a Bolivia a poner día y hora para reunir al comité de fronteras con el objetivo de abordar este tipo de incidentes, lo que fue recogido por su par de ese país, Fernando Huanacuni, quien informó ayer que el gobierno boliviano propuso que el encuentro sobre el diálogo fronterizo se realice el próximo 18 de julio, en La Paz.

Si bien estos lamentables episodios vuelven a evidenciar claramente fallas de coordinación y diálogo entre ambas partes en torno al control fronterizo -lo que supone un riesgo para el país-, la actitud adoptada tanto por Chile como por Bolivia constituye una señal positiva, sobre todo teniendo en cuenta que están enfrentados por dos procesos jurídicos en la Corte de La Haya.

El reciente incidente -que se suma a la detención de los militares bolivianos en territorio chileno a mediados de mayo- sugiere a todas luces la necesidad de que ambos gobiernos revisen las políticas de seguridad fronteriza y evalúen su eficacia, ya que este tipo de hechos refleja que existen falencias en el control fronterizo. Lo extensa de la frontera -365 kilómetros-, conocida por su porosidad, es una razón adicional para que ambos países muestren preocupación por fiscalizar y protegerla mejor, lo que representa un freno para la trata de personas y el tráfico de drogas.

No obstante, este encuentro es solo un primer paso. Por ello, sería esperable que ambas partes se concentren en medidas concretas para aumentar la seguridad en la frontera, como mayor vigilancia, fortalecimiento del control aduanero y de los procedimientos que se utilizan en los pasos fronterizos, además de dificultar los cruces ilegales.