Pasó hace tiempo, pero José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, aún recuerda su encuentro con Fidel Castro. Ocurrió en 1995 y se extendió por siete horas. Ese año, Vivanco viajó a Cuba para conocer de primera fuente la situación de los presos políticos y de los casi dos mil que por aquel entonces pudo contabilizar, logró conversar con 24, de los cuales seis fueron puestos en libertad tras su larga negociación con el líder cubano. "Le pregunté por qué estaban encarcelados y me dijo: 'Se encontró en su poder una copia de la declaración universal de los derechos humanos'". "¿Y eso es delito?", le dijo Vivanco. "Mire, eso no es delito -respondió Castro, según Vivanco-, lo que es delito es no confesar cómo obtuvieron esa copia. Nosotros en Cuba no publicamos esa declaración".

Vivanco ha observado en terreno la situación de los derechos humanos en Cuba. Pero antes de ahondar en ese tema en un diálogo telefónico con La Tercera, reflexiona: "El tema es por qué se permite un doble estándar con Cuba. ¿Por qué Fidel o Raúl Castro pueden mantener un régimen en esas circunstancias? Y la explicación, aparte de la simpatía que sectores de izquierda puedan tener, es que Europa no mueve un dedo por los derechos humanos en Cuba. No solo la izquierda, sino que también la derecha. Y esto es por la distorsión que genera el embargo estadounidense. Y Cuba lo ha sabido explotar muy bien, es David contra Goliat".

En ese sentido, Vivanco lanza duros dardos contra el mensaje que difundió la Presidenta Michelle Bachelet el sábado a través de su cuenta en Twitter: "Mis condolencias al Presidente Raúl Castro por la muerte de Fidel, un líder por la dignidad y la justicia social en Cuba y América Latina". A juicio de Vivanco, "el comentario de Bachelet me parece que es muy desafortunado, especialmente por lo que no dice la Presidenta Bachelet. Además, trata a Fidel como si estuviéramos hablando de Gandhi o de Mandela. Perdón, estamos hablando de una dictadura militar que ha gobernado implacablemente Cuba, con sanciones draconianas contra cualquiera que ha tenido la valentía de expresar una mínima expresión de disidencia o desacuerdo con el régimen, que se expone hasta el día de hoy a prisión, persecución o amedrentamiento; a prisión sin debido proceso por meses o años".

Vivanco recuerda que mientras Fidel Castro apostó por largas penas en prisión contra sus detractores, Raúl Castro ha llevado adelante prisiones mucho más breves, "de hasta 24 horas, por lo que es imposible saber cuántos presos políticos hay hoy en Cuba. Pueden ser ocho o 100". "Lo que hizo Raúl fue restarles un argumento a organismos como el mío, de que en Cuba hay una gran cantidad de prisioneros políticos".

También advierte sobre las consecuencias que puede tener para Cuba el triunfo de Donald Trump. "Para Raúl será muy fácil usar la imagen de Trump y regresar así al viejo escenario, donde no le rinde cuentas a nadie. Al insistir en la vieja política del aislamiento, las sanciones y el embargo, lo único que hace (Trump) es darle la excusa perfecta al régimen cubano para mostrarse como la víctima de un gigante que los quiere hundir, y con ello concitan la solidaridad mundial. Y lo que hizo Barack Obama, con su viaje a Cuba, fue quitarle el piso a ese argumento".