Según el ex Director de INE, Juan Eduardo Coeymans, la tasa de omisión de viviendas en el censo reciente fue mayor a la dada a conocer oficialmente, ya que la cifra presentada resultaría de comparar el stock de viviendas censadas con el stock de viviendas pre-censo, este último realizado nueve meses antes del Censo 2017. De compararse el stock de viviendas censadas con el que habría existido al momento de efectuarse el Censo, la tasa de omisión subiría a 2,84%, y sería superior a la tasa de omisión de viviendas de 1,8% del Censo 2012. Se seguiría, en opinión de Coeymans, que la tasa de omisión de personas en el Censo 2017 será, con alta probabilidad, muy parecida a la del rechazado Censo 2012.

Para el ex Director el problema no está en que se haya hecho otro Censo tras cinco años, ni que la omisión, por excesiva, invalide este nuevo proceso. Su crítica apunta a que se haya rechazado innecesariamente el Censo 2012, y se haya desaprovechado información valiosa. Esta opinión es avalada por la Comisión Internacional, integrada por expertos independientes, invitada a revisar el Censo 2012, que estuvo en contra de la idea de desechar los resultados. Sería, asimismo, criticable que se haya incurrido en un costo directo de 50.000 millones de pesos -más el costo de la semi parálisis económica del país por un día- en un Censo en la modalidad de hecho, cuando el de 2012, efectuado en la modalidad de derecho, pagando encuestadores, y con el doble de preguntas, alcanzó a 35.000 millones de pesos.

Si se confirma el poco avance del Censo 2017 respecto del de 2012, a pesar del costo sustancialmente mayor, estaríamos frente a un caso representativo de muchas actuaciones recientes. Temas que requieren un análisis técnico profundo y desapasionado, han sido sobresimplificados o directamente distorsionados, y llevados al terreno de la discusión pública, por motivaciones de índole política. En muchos de estos casos se ha promovido una comparación del proceso o institución que se critica con ideales inalcanzables, buscando su desprestigio. Asimismo, frecuentemente, profesionales especialistas ayudaron a avanzar las causas políticas, aportando desde una perspectiva supuestamente técnica, para, luego, desentenderse de la falta de calidad de los nuevos programas, políticas o instituciones resultantes.

La opinión pública parece estar ahora exigiendo mejores análisis y mayor evidencia antes de apoyar críticas destempladas como las efectuadas a propósito del Censo 2012. En muchas materias criticadas y reformadas con total desaprensión, se han obtenido resultados desilusionantes, tal que el país, afortunadamente, vuelve a apreciar el "vaso medio lleno", las correcciones más pausadas, y el énfasis en cuidar los recursos fiscales y en la mejor ejecución técnica.

Tras las declaraciones del ex director del INE, algunos diputados han adelantado su interés en que la Cámara profundice el análisis de este episodio. Ese parece un ejercicio necesario, para extraer las lecciones políticas y técnicas pertinentes y, si este personero está en la razón, para restablecer la buena imagen de profesionales cuyo trabajo en 2012 se habría visto injustamente vilipendiado.