Antes de la división de la isla de Chipre, en 1974, Varosha, un centro turístico en la ciudad de Famagusta, estaba en pleno auge. Los ricos y famosos se sentían atraídos por algunas de las mejores playas de la isla. Celebridades de la época -desde Richard Burton hasta Brigitte Bardot- sucumbieron a su encanto. Se decía que el Hotel Argo en la Avenida JFK era el favorito de la actriz estadounidense Elizabeth Taylor. "Todas las personas que han estado en Varosha tienen una noción romántica de ella", dice Vasia Markides, de 34 años, una grecochipriota estadounidense cuya madre se crió allí. "Hablan de que era el centro del arte y de la actividad intelectual. Lo describían como la Riviera Francesa de Chipre".

Pero hace 40 años, Turquía invadió Chipre y ocupó el tercio norte de la isla. Los habitantes de Varosha abandonaron la ciudad con la intención de volver cuando la situación se calmara. Sin embargo, el complejo fue cercado por el Ejército turco y ha sido una ciudad fantasma desde entonces. Una resolución de 1984 pidió que se ponga Varosha bajo el control de la ONU y prohibió cualquier intento de reasentamiento por nadie más que los dueños que fueron expulsados. Uno de ellos era la madre de Markides, Emily.

En 2003 se flexibilizaron las restricciones de viaje por primera vez, permitiendo que los chipriotas de ambos lados cruzaran la zona de seguridad de la ONU, conocida comúnmente como la Línea Verde. "La imagen que yo tenía en mi mente era de una especie de paraíso", dice Vasia Markides del día en el que pudo mirar por primera vez a través del alambre su hogar ancestral. "Era como una especie de pesadilla posapocalíptica". "La naturaleza prácticamente ha tomado el control del lugar. Arbustos espinosos han invadido los seis kilómetros cuadrados de superficie".

Hay carteles que advierten a los turistas que "las fotos y los videos están prohibidos". Aparte de los soldados turcos, pocos se han aventurado al interior del lugar. Los efectivos militares, sin embargo, han descrito imágenes extraordinarias: un concesionario de autos aún abastecido con 1.974 vehículos, escaparates de maniquís vestidos a la moda de aquel momento, o dunas de arena que han invadido el paseo costero.

Es probable que la infraestructura esté dañada irreparablemente. Pero Markides tiene grandes planes para Varosha. Desde Nueva York, Markides está liderando una propuesta para convertir Varosha en una ecociudad, un modelo de sostenibilidad y convivencia pacífica. Sus planes han reunido el apoyo de los chipriotas griegos y turcos, creando una amistad antes impensable.

EN CASA AJENA

"Fue como estar al lado de los fantasmas", dice Ceren Bogac, de 34 años, una chipriota turca que se crió en una casa con vistas a Varosha. Los abuelos de Bogac eran refugiados de Larnaca, en el sur, y se les había dado un hogar grecochipriota a cambio de los bienes que tuvieron que abandonar. Bogac creció allí, pero cuando tenía cinco o seis años hizo un descubrimiento inquietante. "Un día me encontré en una caja los objetos de otras personas, como álbumes de fotos y revistas", dice Bogac. "Le pregunté a mi abuela a quién pertenecía aquello y ella respondió que a los verdaderos dueños de esta casa. Fue la primera vez que me di cuenta de que no éramos dueños de la casa donde vivíamos".

Esta toma de conciencia moldeó el futuro laboral de Bogac. Se convirtió en psicóloga y arquitecta con el fin de entender cómo afecta a las personas vivir en casa de alguien más. Como parte de su investigación se encontró con el documental que Vasia Markides realizó en 2001, Escondida en la arena, donde los habitantes de ambos lados de la ciudad de Famagusta hablan de cómo sienten la división.

Bogac contactó a Markides por correo electrónico y a partir de ahí mantuvieron el contacto con regularidad. Comenzaron a compartir ideas sobre cómo mejorar la situación y así es como despegó el proyecto Ecocity Famagusta. La idea es que Varosha se convierta en un modelo para las tecnologías verdes.

El proyecto se acaba de lanzar este mes, cuando Markides comenzó a hacer un documental sobre el esfuerzo para convertir a la región de Famagusta en una ecociudad próspera. Sin embargo, hay grandes inconvenientes: las alambradas de púas y soldados patrullando. Mientras Chipre permanece dividida, es probable que Varosha se mantenga fuera de los límites. b