LA IMPORTACIÓN de vocablos de otras lenguas, en particular del inglés, y su rápido acomodo a nuestro idioma, a veces incluso con un significado distinto al de la palabra de origen, genera problemas que parecen imperceptibles, pero que existen. Y, una vez instalados en los medios de comunicación y empleados en nuestro lenguaje diario, no hay mucho más que hacer. Al final, como ya se ha dicho en este espacio, son palabras que terminan incorporadas al diccionario académico, y luego, hasta parecen castizas.

La lectora Patricia Gálvez, de La Serena, escribió días atrás que los romances no son tan románticos como ella creía, ya que la palabra tiene, en realidad, otro significado. En su carta indicaba que en las páginas de Espectáculos, las noticias sobre la vida de las celebridades del cine y la televisión a menudo hablan de romances. Y, pregunta: "¿No serán sólo amoríos?".

Es parcialmente cierto. En un comienzo, "romance" sólo tuvo acepciones lingüísticas, literarias o poéticas en el diccionario académico: "se dice de cada una de las lenguas modernas derivadas del latín". Así, el español, el gallego, el catalán, el italiano y el francés son lenguas romances. También, se acepta como "composición poética de origen español" y como "novela o libro de caballería". Sólo después, y en una cuarta acepción, la palabra inglesa pasó a nuestro idioma con el significado de aventura sentimental, idilio o amorío. El diccionario dice: "relación amorosa pasajera" y cita un ejemplo: "su marido ha tenido varios romances".

Así, "en buen romance" (que es una expresión que se emplea con el significado de "hablar claramente y de modo que todos lo entiendan") la lectora Patricia Gálvez podrá seguir disfrutando de los "romances" del cine y la televisión, o de la lectura de novelas de caballería, en prosa o en verso.

Nubes de lluvia

Los autores de la nota "El inestable pronóstico del tiempo", publicada el pasado martes 19, citan al climatólogo Roberto Rondanelli como "investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2)". El lector Pedro Luis Estévez señala: "creo que sería bueno que estos temas interesantes, colmados de términos especializados, como 'resiliencia' y otros, se expliquen en forma sencilla. ¿Será mucho pedir?"

La Tercera ha publicado glosarios sobre temas climáticos y también sobre términos del ámbito económico y financiero, cuando requieren explicación. En ediciones anteriores el diario ha aclarado conceptos climatológicos con bastante precisión, como el significado de los fenómenos del Niño y la Niña y sus alcances. Pero, claro, lo que abunda no daña.

La palabra "resiliencia" ya la comentamos en este espacio. Primero figuró en los textos de psicología y sólo más recientemente, en 2014, se incorporó el diccionario de la lengua. Los primeros la definen como "la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, o un accidente"; y en la Academia la voz inglesa figura como "la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos". Pero, en el caso que nos ocupa, la palabra resiliencia forma parte del nombre de la entidad investigadora mencionada en el texto.