En la penúltima fecha del torneo, ante Antofagasta, Colo Colo regaló el Clausura. Así de sencillo. Y así de complejo. Porque más allá de los indudables méritos realizados por los pupilos de Fernando Vergara aquel día, lo cierto es que el Cacique, el Eterno Campeón -apodo con el que el propio fanático del club ha dado en referirse a sí mismo-, el equipo más ganador del fútbol chileno, dependía de sí mismo para sumar su trigésimo segunda estrella. Jugaba en casa, ante su afición, y vencía 1-0. Pero fracasó. Los Pumas igualaron el partido en la agonía y la U heredó la punta para llevarse el torneo. Pero el resbalón de los discípulos de Pablo Guede muchos se lo atribuyeron a la farra. Un exceso de confianza, dijeron. Un ejercicio de soberbia, de arrogancia, que pagaron muy caro. Nada de creencia limitante.

Exactamente dos años antes, en el Clausura 2015 y también en la penúltima fecha, Católica protagonizó un suceso muy similar. Vencían los cruzados por 3-0 a Deportes Iquique en San Carlos, al entretiempo, estirando la definición hasta la última fecha, pero los Dragones Celestes logran voltear el marcador en el segundo tiempo (3-3), coronando a Cobresal de manera anticipada en el norte. En el siguiente torneo, Católica dilapidó todas sus opciones de campeonar en la última fecha, cayendo por la cuenta mínima ante Audax, en La Florida, y regalando el título a Colo Colo, al que no le hizo falta jugar siquiera el partido de la vergüenza en Playa Ancha para levantar el trofeo. En ambos casos se habló sólo de complejo, de creencia limitante, de un estigma que el equipo venía arrastrando desde hacía algunos años en las instancias decisivas y que poco menos que les impedía salir airosos de cualquier definición por el título. Nadie habló de farra cuando a la UC le temblaron las piernas.

Pero qué es lo que motiva una reacción y una interpretación distinta por parte del hincha, del hombre del fútbol, ante dos sucesos tan parecidos, casi idénticos o cuanto menos análogos. Gabriel Mendoza, campeón de América con Colo Colo en 1991, parece tenerlo claro: "La gran diferencia es que Colo Colo nunca vivió una farra como las de la UC hasta ahora. La frecuencia es la que los ha estigmatizado. No recuerdo otra oportunidad en que Colo Colo haya dejado ir un torneo en que haya sido líder a seis fechas del término y menos en un partido decisivo en el Monumental. La UC ha estado muchas veces en esta situación. Por eso el mote de segundones". Una tesis que se apresura a rebatir Jorge Aravena, histórico ex referente del cuadro cruzado: "Cualquier equipo que sufra lo que sufrió Colo Colo este campeonato, dejar escapar un torneo que tenía en la mano, siente lo mismo. No hay ninguna diferencia entre lo que le pasó ahora a Colo Colo y a Católica otras veces. No sé por qué le pueden llamar de forma diferente a un fracaso y a otro. Además, si analizamos fríamente la situación, el equipo con más segundos puestos del fútbol chileno no es la Católica, es Colo Colo", argumenta el Mortero.

Luis Pérez, quien también levantó el máximo torneo continental con el Cacique, conoce ambas realidades, pues defendió a su vez al club de Las Condes. Y sentencia: "En Colo Colo y en la UC es igual de desastroso perder un título en la última fecha. La UC tiene más reveses, pero el efecto es el mismo".

Tampoco los expertos consiguen llegar a un consensuado acuerdo. Y mientras Rodrigo Cauas, sicólogo deportivo, señala al discurso de Guede como responsable de un tropiezo que califica "más un complejo que una farra", Andrés Parra, sociólogo especializado en el ámbito deportivo, apunta a la soberbia como la causa principal del petardazo albo.

"El miedo a perder de Colo Colo se vio potenciado por una externalización de las causas del éxito que hizo su entrenador. Plantar ruda, bendecir el camarín o decir en conferencia que hay sapos en el equipo es dar más valor a lo externo que a la capacidad de los propios jugadores. Lo de la UC va más en el ADN, a nivel casi institucional, pero que con los últimos títulos se ha ido modificando", explica Cauas.

"Colo Colo creyó que tenía el título en su poder, que ya era de su propiedad. Hubo un poco de soberbia. La UC, para superar el complejo, debe todavía lograr una supremacía real", objeta Parra. El debate sobre la nikefobia, o miedo a ganar, está hoy más abierto que nunca.