Señor director:

La base del buen funcionamiento de cualquier institución es la confianza que transmita, tanto  de forma interna como externa. Porque la reputación de una organización es un arma de doble filo: puede impulsar el crecimiento o hundirla. Emblemático es la colusión de farmacias, faenadoras de pollos, SQM, Penta y papeles.

Desde esa perspectiva, el interés de los gobiernos corporativos, definidos como un conjunto de normas que regulan a los actores que gobiernan en una empresa (accionistas, directorio y alta administración), resulta más urgente hoy. Hace años se está trabajando en optimizar el gobierno corporativo de las sociedades anónimas, principalmente para poder dar garantías a los inversionistas minoritarios e incluirlos en la toma de decisiones.

En una mirada macro, la regularización y estandarización de éstos gobiernos permite al mercado local asentarse a nivel internacional, volviéndose más atractivo para inversionistas extranjeros y mucho más confiables para inversionistas nacionales. En otras palabras, genera desarrollo financiero y crecimiento económico.

Sin embargo, ¿están los empresarios chilenos dispuestos a transparentar su información por un bien común? Ante un sencillo análisis la respuesta parece ser que no. El bien común no entrega el máximo de utilidades a la administración o a los inversionistas de una compañía. En la mayoría de casos, los más afectados por situaciones irregulares son los clientes.

Contar con un buen equipo de gobierno corporativo no sólo genera un impacto en la reputación de la empresa, sino que también protege al accionista minoritario, genera confianza con el cliente y con el inversionista.

La suma de todos estos factores incide en el progreso económico, ya que la reputación de las empresas es la de un país y afecta directamente a su desarrollo.

Kim Rüedlinger
Socia HunterTrust Advisors