LAS RAICES de la expresión popular "una imagen vale más que mil palabras" conducen a un antiguo proverbio chino, que difiere algo en el enunciado y el número, pero no en el sentido. Dice: "el significado de una imagen puede expresar 10 mil palabras". Como sea, mil o 10 mil palabras revelan el valor que se le asigna a una imagen en un medio escrito. A veces, las fotos son noticia en sí; otras, sólo ilustran un texto periodístico, pero todas estimulan la lectura de un diario o una revista.

Las nuevas tecnologías, que irrumpieron con fuerza en los últimos años están hoy disponibles para todos, y también para los medios. Las fotos que llegan de sitios remotos -distintas a las que captan los propios reporteros gráficos, los corresponsales o las agencias contratadas- demandan un cuidado muy especial para determinar si se trata de material de origen legítimo. Las redes sociales, si bien permiten el rápido acceso a fotos obtenidas de manera exclusiva de algún suceso noticioso, los medios enfrentan el riesgo de recibir material falso o trucado. No hay que ir muy atrás para encontrar graves situaciones de engaño, como la supuesta foto de Hugo Chávez, entonces Presidente de Venezuela, intubado en un hospital de Cuba, que publicó un importante diario español. Era una imagen de impacto, pero resultó ser falsa. El episodio dejó al descubierto débiles procedimientos de control al interior del diario y determinó la urgencia de fijar nuevos protocolos para la verificación del origen de las fotos, para evitar la repetición de tan lamentable equivocación.

La procedencia de una foto no sólo incumbe al medio, sino también a sus lectores, que buscan información y explicación. Para valorar una fotografía, ellos quieren saber cuál es su origen, si se trata de una imagen de la actualidad noticiosa, o si ha sido alterada para mejorar sus características técnicas o para eliminar sus defectos. Cuando es necesario publicar material fotográfico de archivo para ilustrar contenidos de actualidad, los lectores quieren saberlo. Una foto que se extrae del entorno en que fue tomada puede afectar a personas que figuran en ella, o sugerir situaciones que no son reales.

Entregar una explicación es siempre una señal de respeto por los lectores. El diario La Tercera privilegia el uso de fotos actuales y pertinentes, es decir, imágenes relacionadas con el tema de la información. El Manual de Estándares Editoriales exige identificar en forma fiel y completa el origen de las fotos, y dispone que sólo se podrán publicar las que tengan una procedencia legítima. Publicar fotografías de origen desconocido o dudoso es una falta a la ética periodística.

Nuestros terremotos

El lector Patricio Mayol, vecino de Chiguayante, escribe que La Tercera entregó en su edición del 2 de abril "una muy completa información sobre el terremoto que afectó al norte del país, y muestra una interesante infografía sobre el desplazamiento de las placas de Nazca y Sudamericana". Pero, indica que "se le escapó un grueso error en el texto de bajada del título de la página 6, que un penquista no puede dejar pasar. Dice: 'Experto sostiene que se trata de uno de los eventos de mayor intensidad en el país, desde el ocurrido en 1922'. Sin embargo, más adelante, el experto entrevistado señala que este terremoto fue 'bastante más chico' que el de febrero de 2010". El lector agrega: "sin ánimo de hacer un ranking de intensidades, de dolor o de destrucción de infraestructura, creo que no se puede ignorar el terremoto de la madrugada del 27/F".

Se trata evidentemente de un error. El título, que figura entre comillas, atribuido al director del Centro Sismológico Nacional, y otras declaraciones de éste, que figuran en el texto que sigue, apuntan claramente a los grandes terremotos ocurridos en el norte de Chile, y no en todo el país. El 27/F, en Concepción y la zona centro sur del país, y el sismo de Valdivia, en mayo de 1960, figuran entre los mayores terremotos de que se tiene registro.