El comportamiento del arquero del Borussia Dortmund, Roman Bürki, raya en la extrañeza. El arquero del poderoso equipo alemán tiene un ritual previo a los partidos que nunca olvida y que llama la atención en todo el mundo: llevarse el balón oficial del encuentro.

Para cumplir su propósito, el golero se vale de dos aspectos: la inocencia de los niños que trasladan el implemento hacia el centro del campo de juego y la distracción de los árbitros, habitualmente concentrados, a esas alturas, en el sorteo de los capitanes.

Hasta aquí, la rara costumbre no ha sido objeto de sanción.

[embed]https://twitter.com/muyliebre/status/913427437307998209[/embed]