Hace mas de 50 años, la madre de Ricardo Bernal decidió instalar, en la costa de Quintay, el restaurante Miramar. Entonces, el camino era de muy difícil acceso y sólo recibían visitantes esporádicos y algunos hippies o turistas, que se pasaban el dato de boca en boca.

Bernal, actual administrador del recinto, cuenta que jamás pensó que, unas décadas más tarde, el aumento de comensales lo obligaría a ampliar el local. Hoy, las ventas anuales son un 70% mayores de las que tenían hace tres años, afirma.

Dice que la pavimentación de la principal vía, que une la caleta con la carretera, contribuyó al ingreso de turistas, pero asegura que su mayor atractivo todavía es la belleza poco intervenida que representa el sector.

Juan Barros, administrador del municipio de Casablanca, plantea que el crecimiento que Quintay ha experimentado en los últimos tres años se debe al emplazamiento de un resort, pero también a la labor de la comunidad. "En Casablanca tenemos alrededor de 200 mil visitas por año y Quintay capta el 20% del turismo (...). Uno puede ver hoy que la caleta ha crecido en servicios para el turista, restaurantes, artesanía y alojamiento", dice.

Caminando por las pequeñas calles del pueblo, los visitantes se encuentran con las antiguas ruinas de la planta ballenera. Fue fundada en 1943, en pleno apogeo de la industria, con ayuda de inmigrantes europeos. Actualmente, parte de sus instalaciones sirven como Centro de Investigaciones Marinas Quintay (Cimarq), de la Universidad Andrés Bello.

Diego Ramírez, director de Cimarq, sostiene que "es una de las pocas factorías que existen en la región (...). La ballenera tiene muchos hitos, la historia cuenta que el Presidente Gabriel González Videla aquí debatió la normativa de las 200 millas marinas". Añade que el Consejo de Monumentos Nacionales debiera resolver prontamente si nombra la ballenera monumento histórico.

Por otra parte, profesionales, junto a pescadores, están  trabajando en potenciar diversas áreas de manejo de recursos marinos, como el erizo, la lapa y el loco.

Al respecto, René Barrios, secretario del sindicato de pescadores de Quintay, indica que "nuestros productos van al mercado nacional, pero en menor grado, ya que exportamos al mercado asiático".

El hombre de mar, autóctono de dicha zona, dice esperar con ansias el término de la nueva caleta, cuya inversión asciende a los $ 2.000 millones. Observando las ruinas de la ballenera recalca que "es un gran avance, sobre todo para el turismo, porque nosotros, cuando embarcamos a la gente en los botes, tienen que mojarse los pies y con este proyecto se va a evitar eso".