Cuando el doctor Eduardo Bullorsky le dio el diagnóstico, en una consulta del Hospital José María Ramos Mejía de Buenos Aires, Juan Marcelo Ojeda no tuvo miedo. Las palabras "leucemia mieloide crónica" dejaron de ser una amenaza misteriosa y tomaron un significado concreto. Su vida no correría peligro si se tomaba en serio el tratamiento, pero su familia y su pareja no entendieron eso hasta que lo escucharon personalmente. "Nunca temí por mí, pero sí por mi carrera", comenta.

Su futuro en el fútbol quedó en entredicho. Era mayo de 2009 y una semana después, Ojeda debía partir a México para firmar por Atlas de Guadalajara, a cambio de US$ 700 mil. No lo hizo. Debía asegurar su tratamiento antes de pensar en fútbol. Cuando tuvo las cosas claras, Atlas ya tenía otro arquero. "Si eso no hubiera pasado, hoy la realidad podría ser otra, pero hay que pensar para adelante. Por suerte, me agarraron la enfermedad a tiempo", dice.

La ascendente carrera que llevaba hasta ese momento incluía Rosario Central y River Plate. Cuando regresó a la nómina de los "Millonarios", en noviembre de 2009, las cosas cambiaron. Nunca pudo dejar la suplencia y buscó nuevos rumbos. Estuvo un año en Deportivo Anzóategui de Venezuela y dos en Deportivo Cuenca de Ecuador, antes de recibir el llamado de su representante, Jorge Cyterszpiller. Le ofrecía una opción en Chile, un torneo que para él "se está poniendo lindo" dentro de Sudamérica.

A mediados de enero firmó un contrato de un año y medio con Unión La Calera. El presidente Camilo San Martín dice que cuando se enteraron de que el cáncer estaba bajo control, no dudaron en traerlo. Hoy, con 31 años, es  uno de los líderes del plantel dirigido por Néstor Craviotto, a tal punto que fue designado capitán. "No sé si tiene que ver con lo de su enfermedad, pero apenas llegó marcó una diferencia por su liderazgo", comenta el DT argentino. Ojeda piensa que es debido a su experiencia en clubes grandes de Argentina.

Su misión es asegurar el arco calerano en su batalla por salir de los puestos de descenso y promoción. El viernes tuvieron una gran victoria en La Florida frente a un rival directo, Audax Italiano (1-0). Ojeda hacía un gran partido hasta que salió con un esguince en el tobillo izquierdo. Mañana tendrá que visitar al médico, como ya está acostumbrado.

LECCION DE VIDA
Cada mañana junto al desayuno, Ojeda toma una pastilla de un compuesto llamado imatinib. Cada pastilla cuesta cerca de $ 50 mil en Chile. Este compuesto inhibe la tirosincinasa y bloquea la acción de la proteína anormal que les indica a las células cancerosas que deben multiplicarse. "Esta droga es bien tolerada por los pacientes y les permite llevar una vida casi normal", indica Jorge Alfaro, jefe de Oncología de la Clínica Dávila.

Ojeda vive bajo esa misma premisa y nunca ha olvidado tomar la pastilla. Sabe también que no existe cura para su leucemia y que probablemente deberá medicarse y someterse a chequeos periódicos para siempre. Desde su punto de vista son molestias menores en comparación con otros pacientes de leucemias agudas que ha conocido. "Lo importante es que  puedo hacer una vida normal y que esto me enseñó a no bajar los brazos y salir adelante. La vida te pega palos, pero siempre te va a regalar una buena", remata con optimismo.