La cartelera se renueva diversa y novedosa. La fiesta de las salchichas, es una película de animación para adultos, un género que pocas veces ha llegado a las salas chilenas pero que cada vez toma más fuerza en el panorama internacional. Burlándose de Disney y las películas infantiles, esta divertida apuesta parte sobre la premisa de que todos los alimentos del supermercado tienen vida propia. Entre todas las comedias, thrillers y películas de acción que llegan semana a semana a salas comerciales, descata la llegada de una historia humana. Mandarinas, cuenta la historia de dos soldados enemigos que se resguardan en la casa de un campesino, que les obliga a mantener la paz entre ellos mientras convivan bajo su techo. Por último, llega Rescate Suicida, una cinta rusa sobre un ex piloto de la fuerza aérea que comienza a trabajar como aprendiz en una línea comercial "una historia tan atiborrada de elementos  que bien podrían haber filmado cinco películas en vez de solo una", dice la crítica.

La fiesta de las salchichas: Tan estúpida como original

Crítica por René Martín.

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La fiesta de las salchichas. Dirigida por Greg Tiernan, Conrad Vernon. Con Seth Rogen, Kristen Wiig, Jonah Hill. Comedia, aventuras, animación. 89 minutos.

Nota: 4

La fiesta de las salchichas nace de una idea tan estúpida como original en gran parte de su desarrollo: cada alimento, artículo de aseo y condimento que existe en un pequeño supermercado, tiene vida propia. Encerrados en sus envases, esperan que los dioses (humanos) los lleven al gran y mítico más allá. Pero cuando estos seres antropomofizados descubren que los supuestos dioses no son tales y que el más allá es un antiguo cuento que se salió de toda proporción, comienzan los problemas y la búsqueda del sentido de la existencia.

El cine de los guionistas Seth Rogen y Evan Goldberg (Este es el fin, La entrevista) se caracteriza por partir de premisas más que interesantes pero que se terminan agotando a medio camino. A pesar de poseer lúcidas observaciones acerca de la religión y el poder de la fe, además de un humor increíblemente subido de tono aunque sólo a ratos gracioso, y una épica e inolvidable orgía entre alimentos, esta fiesta podría haber sido inolvidable de no haber caído en la misma autoindulgencia que las historias de este grupo siempre caen. No basta una buena idea, el desarrollo de la misma es vital.

Mandarinas: Humanidad y honestidad

Crítica por René Martín.

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Mandarinas. Dirigida por Zaza Urushadze. Con Lembit Ulfsak, Elmo Nuganen. Drama. Estonia, Georgia, 2013. 87 minutos.

Nota: 6

El estreno de la cinta Mandarinas – nominada al Oscar el 2013 – supone una grata sorpresa en medio de una cartelera diezmada por lo que parece ser una sucesión interminable de comedias bobas, thrillers genéricos, acción desechable y franquicias tan inabarcables como interminables. Se extrañan historias humanas, con personajes de carne y hueso, diálogos que en verdad transmitan ideas, verdades y sentidos.

Es el año 1992 y después de la disolución de la Unión Soviética conflictos regionalistas entre Georgia y Abjasia hacen su aparición, provocando la huida de la gran mayoría de los habitantes del sector. Ivo (Lembit Ulfsak) es un carpintero que se ha rehusado a escapar, en parte para ayudar a su vecino Margus (Elmo Nuganen) en la cosecha de Mandarinas, en parte porque nunca es fácil dejar el hogar. La idea es lograr hacer algo de dinero para poder empezar una nueva vida en un nuevo lugar junto a sus familias que ya partieron. En plena cosecha la guerra llega a las afueras de sus casas, cuando grupos rebeldes rivales se enfrentan.  Ivo toma cartas en el asunto y decide cuidar a los sobrevivientes del enfrentamiento: Niko del grupo de los cristianos y Ahmed, un musulmán. Ambos combatientes gravemente heridos se verán forzados, por el mandamiento del dueño de casa, a cohabitar mientras se recuperan bajo la promesa de no atacarse mutuamente.

Aunque la premisa puede resultar algo ingenua, la dirección de Zaza Urushadze, quien también es autor del guión, hace transitar esta pequeña fábula antibélica por derroteros repletos de humanidad, construyendo una potente historia, cargada de un pesimismo propio de alguien que ha visto la peor faceta en la que puede caer el ser humano, pero que, por algún misterioso motivo, aun piensa que existe una salida y cierta luz al final del oscuro y eterno túnel. Urushadze deja claro que la guerra siempre está presente y no se detiene ante nadie. También sabe que su historia, por regionalista que parezca, es absolutamente universal y es poco lo que se puede hacer en detrimento de la oscura y estúpida realidad. La condena es absoluta, el futuro es siempre incierto y las verdades que se dicen, por obvias que resulten, no dejan de transmitir la misma idea: el estoicismo del ser humano a la vez nos salva y condena. Con un par de estupendas actuaciones principales, bellamente filmada y excelentemente editada, Mandarinas es una película brutalmente honesta y simple, una rareza en nuestra cartelera que no puede dejarse de lado.

Rescate Suicida: Cinco películas en una sola

Crítica por René Martín.

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Rescate Suicida. Dirigida por Nikolay Lebedev. Con Vladimir Mashkov, Agne Grudyte. Acción, drama, desastre. 138 minutos. Rusia, 2016.

Nota: 4

No solo Hollywood tienen derecho o la habilidad para hacer cine de desastre, y así como los noruegos impresionaron hace unos meses con la estupenda La última ola, llega el turno de los rusos y una historia intensa, absurda y tan atiborrada de elementos y líneas narrativas que bien podrían haber filmado cinco películas en vez de solo una. En Rescate Suicida encontramos a un joven piloto recién despedido de la fuerza aérea que comienza a trabajar como aprendiz en una línea comercial. Con una historia personal marcada por la insubordinación, en su nuevo trabajo encuentra la oposición de su piloto instructor, aunque también el amor y más de un desafío por superar.

La que se inicia como una común historia de romance y choque de personalidades, se transforma en una enloquecida misión de rescate cuando los tripulantes de la aeronave deciden acudir en rescate de una pequeña población civil atrapada en una isla volcánica. El resultado es una mezcla de Aeropuerto, Al final del tiempo e incluso 2012. Nunca aburrida y menos con demasiado sentido, esta historia puede ser un deleite por su completa desmesura, excesos y absoluta falta de temor al ridículo.