Lota Schwager perderá la categoría, lo que lo condena prácticamente a la desaparición. Las sucesivas faltas al reglamento y, específicamente, a los plazos de pago, terminaron por hundir a un club señero, sacrificado y de una historia sin igual. Es necesario y prudente realizar un análisis acabado sobre esta situación porque no es el único que la sufre.

Los irregulares préstamos otorgados por la administración de Sergio Jadue (y sus secuaces que aún operan en las sombras) ocultaba una realidad espantosa. Son varios los clubes que se afirman de un alfiler. Sin ir más lejos, Unión Calera pudo bajar la cortina de no ser por la ilícita ayuda de su mecenas.

No sólo tienen bajos ingresos por público, además no tienen capacidad de negociación frente a sus sponsors que cada vez ofrecen menos. Sólo como dato, durante 2016 las marcas bajaron en más de un 30% la inversión de publicidad en equipos. Como si fuera poco, estos contratos están en su mayoría en manos de terceros que adelantan los dineros (vía factoring) a cambio de una generosa comisión. Plata que, obviamente, ya está gastada. Esto quiere decir que la gestión de algunos clubes se limita a administrar los dineros recibidos por el CDF y nada más.

Sin embargo, a pesar de este sombrío panorama, hay luz al final del túnel. Sí. La anhelada venta del Canal del Fútbol les daría una entrada fresca de dinero en efectivo. De hecho, existe un acuerdo tácito entre varios presidentes para decidir el reparto del botín. Curioso, por decir lo menos. Porque si bien existen interesados en la adquisición de dicho canal, hay un trámite que falta por hacer. El due diligence (una revisión financiera y contable para una futura compra) aún no se ha realizado, lo que hace imposible saber cuánto podría llegar a ofrecer un eventual comprador.

Aún así, si uno es optimista y la venta es generosa, aún queda en entredicho lo fundamental. Quién y cómo se administrará esa inyección de dinero. Si es como hasta ahora, comencemos las plegarias porque no pinta nada bien.

La noticia de Lota duele por todas partes, pero a nadie con sentido común le puede extrañar. Y repito, no es único.