Hablar de Roland Garros es hablar de Max Decugis y de Suzanne Lenglen, de Rafael Nadal y de Martina Navratilova. Pero también de muchos otros grandes tenistas que han ido forjando la historia del torneo. Hablar de Roland Garros es, por tanto, hablar también de él, del único chileno que ha sido capaz de levantar un título de Grand Slam hasta la fecha, precisamente sobre la tierra batida parisina. La misma sobre la que, por cuarta edición consecutiva (y decimocuarto major), no habrá representantes nacionales en el cuadro final luego de la eliminación, en las clasificaciones, de Nicolás Jarry,Christian Garín y Hans Podlipnik. 

Si hablar del Abierto francés  implica entonces hablar de Luis Ayala, quién mejor que él para hablar del Abierto francés. 

El teléfono comienza a sonar en el interior de su vivienda de Texas, hasta que María Tort, connotada ex tenista y esposa del ex jugador desde 1959, descuelga el aparato. Luis acaba de regresar de impartir clase en la Ayala Tennis Academy de Houston, en la que trabaja junto con su hijo Juan Carlos unas tres o cuatro horas diarias. Pronto tocará guardar definitivamente la raqueta, pero ese día todavía no ha llegado. Después de todo, qué significan tres o cuatro horas para alguien que suma respirando tenis 83 años.

"Me mantengo bastante bien, así que sigo trabajando y dando clases. Y también muy pendiente del tenis, porque quienes piensan: 'Este viejo ya no sabe de tenis', están muy equivocados. Sigo viendo tenis y disfrutando el tenis, aquí, con mi esposa". 

Así de convencido, y de convincente, se muestra Ayala a la hora de definir la importancia que este deporte continúa teniendo en su vida. Una vida plagada de éxitos deportivos que, en palabras del santiaguino, no siempre han sido debidamente valorados: "Cuando la gente dice que hubo jugadores mucho mejores que yo en Chile, yo siempre digo que nadie tiene un Grand Slam todavía y yo sí que lo tengo. Yo estuve considerado número uno cuando gané el Campeonato de Italia, que era casi tan importante como el de Francia en aquellos años, pero en Chile nunca me consideraron número uno. El que no hubiera un ranking como el de ahora en aquellos tiempos, me perjudicó mucho".

Y es que más allá de la repercusión social o el reconocimiento profesional que pudieron llegar a reportarle sus títulos, la sombra de Ayala continúa siendo alargada. Porque nadie, en toda la historia del tenis profesional chileno, ha sido capaz de levantar un título de Grand Slam como lo hizo él, en la categoría de Dobles Mixto, en el ya lejano 1956. "Lo gané jugando con una alemana, Thelma Long, que no era ninguna maravilla, pero que era inteligente", rememora Ayala, quien también ostenta todavía el récord de presencias de un jugador chileno en la final de un major. Y es que los segundos puestos conquistados por Ríos, ante Korda, y por González, ante Federer, en sendas finales del Abierto de Australia, no lograron dejar sin efecto los dos subcampeonatos obtenidos por Lucho sobre la arcilla francesa.

El primero, en 1958, ante el australiano Mervyn Rose, tras dejar en la cuneta en semifinales al temible Ashley Cooper. "La final contra (Mervyn) Rose, por cansancio o por lo que fuera, no la jugué bien, tengo que reconocerlo. No estuve a la altura, porque ya le había ganado dos veces y porque él no era un jugador de tierra", confiesa el chileno, quien lamenta, sin embargo, con mayor aflicción, la derrota sufrida en su segunda tentativa, dos años después, ante Nicola Pietrangeli (3-6,6-3,6-4,4-6,6-3), probablemente el mejor jugador italiano de todos los tiempos: "Aquella derrota contra Pietrangeli fue la más dolorosa de toda mi carrera, porque le había ganado en cuatro sets en Italia, ante su gente, y volví a ganarle después en tres sets. Pero en el Campeonato de Francia, precisamente, fue donde perdí. Y todavía hoy me pregunto cómo pude perder precisamente en Francia".

Hay muy pocas cosas, relacionadas con el tenis, sobre las que no se atreva a hablar. Y es que el ex jugador, medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 1959 y ganador del Campeonato chileno en nueve ocasiones entre el 1950 y 1960, no tiene tampoco reparos a la hora de enumerar a los mejores tenistas que ha visto sobre una cancha, o de determinar a quién considera su sucesor dentro del ámbito nacional. "Uno podría pensar que Federer puede ser el mejor jugador que haya existido nunca, pero antes, en mi época, hubo otros. Pancho Gonzáles, (Rod) Laver o Lew Hoad, por ejemplo. Pero siempre están saliendo nuevos tenistas. Es como en boxeo. Joe Louis era el mejor hasta que un día apareció Mohamed Ali", comienza.

"En Chile, para mí el mejor es González, aunque no llegara a ser número uno del mundo. Su récord fue más largo que el de Ríos. Lo poco que jugó Ríos, lo jugó bien, pero creo que en general era un jugador con mucho talento, pero muy poco corazón. Nunca ganó un torneo en Chile ni hizo nada en Copa Davis. Sus récords me parecen menores", prosigue, a propósito de un panorama nacional que, a día de hoy, continúa viendo incierto: "De los nuevos, sólo vi a Garin, que con 18 años ganó en Francia, pero luego le perdí la pista. Algo falla en Chile. Algo está mal organizado, porque cuando salieron González, Ríos y Massú podrían haber levantado el tenis en Chile sólo con ese grupo, pero se acabaron ellos y se murió el tenis otra vez".

Una hora de conversación con  Ayala da para mucho. Incluso para conocer la impresión que le causa  el estado de forma con el que el rey contemporáneo de la arcilla, Rafa Nadal, afronta la defensa de su cetro en París: "Lo de Nadal lo veo muy complicado, porque no parece el mismo Nadal de siempre, aquel que antes no fallaba bolas. Si fuera su coach, lo hubiera mandado a jugar torneos más pequeños para que recuperase la confianza, pero creo que en el momento en el que llega, va a tener muchos problemas".

Ayala, quien asistió por última vez al Stade Roland Garros "hace seis años, cuando Soderling le ganó a González y Federer le ganó a Soderling", acompañado de su inseparable esposa, no duda a la hora de afirmar que los nuevos tiempos han hecho perder parte de su esencia al torneo. "Creo que Roland Garros es la cancha del mundo donde se ve mejor tenis. Sin embargo, uno echa de menos más inteligencia en tierra. Hoy en día la mayoría de los tenistas le pegan demasiado fuerte a la pelota y uno deja de ver la fineza que le gustaría en un jugador de tierra", confiesa, antes de asegurar que seguirá esta vez este Grand Slam por televisión, desde su casa de Houston, donde lleva 18 años afincado y de donde no tiene intención de moverse: "No creo que vuelva a Chile. Allí jamás me ayudaron, ni para levantar un club, y ya tengo toda mi familia aquí. Cada vez que vuelvo, me siento como un turista más, perdido en mi propio país".

Perdido, tal vez, porque a fin de cuentas, la verdadera tierra de Lucho Ayala siempre ha sido otra. La tierra batida de Roland Garros. La  arcilla roja