Una vez que pasaron los festejos con Manchester City tras la obtención de la Premier League, de la mano del técnico Manuel Pellegrini, el zaguero Martín Demichelis no tenía otra cosa en mente que sus vacaciones. Relegado desde hacía mucho tiempo en la selección de Argentina, el defensor no se ilusionaba con un llamado al Mundial.

"No se me pasaba por la cabeza estar acá. Esa es la verdad. Es como un sueño todo esto. De repente, tengo miedo de que me vaya a despertar y me dé cuenta de que todo esto es un sueño", cuenta entre risas el futbolista formado en River Plate, donde lo dirigió el propio Pellegrini antes de ser transferido a Bayern Munich.

El último partido oficial que había disputado Demichelis con la selección albiceleste, antes del duelo del sábado con Bélgica, había sido el 11 de noviembre de 2011. Aquella noche en el Monumental, un error suyo le permitió a Bolivia rescatar un empate con sabor a hazaña. El público terminaría silbando al defensor, quien sería relegado por dos años y medio del combinado por el técnico Alejandro Sabella. Hoy, vuelve a ser titular ante Holanda, en la segunda semifinal.

-Muchos ya le habían puesto la lápida a su etapa en la Selección. ¿Usted cómo lo vivía desde afuera?

Siempre trabajé lo mejor posible. Y la gente que estuvo cerca de mí todos estos años sabe lo que luché para tener una nueva oportunidad. Por suerte se me dio, en un Mundial además. No hay nada más lindo que defender a tu país en una instancia como ésta.

-¿Fue una revancha lo del sábado? Digo por el tiempo que estuviste fuera y aparecer justo en un partido decisivo del Mundial.

No. Para nada. Acá sólo vale el elogio para el grupo. Lo personal lo compartiré con mi familia, con mis amigos. Nada fue fácil.

-Sinceramente, ¿imaginaste este presente hace dos meses?

Imaginarme no lo sé. A veces la cabeza no da para tanta imaginación. Pero uno tiene sueños, ilusiones. Me preparé todos estos años para esto.

-Gran mérito suyo, sin duda. ¿Y de Pellegrini, qué dice?

Bueno, le debo mucho a Manuel. Él me llevó a Málaga y luego a Manchester. No puedo estar más que agradecido.

-¿Cómo toma un futbolista que estuvo tanto tiempo fuera de la Selección primero entrar en una nómina y luego ser titular en fases tan importantes?

Con tranquilidad. Primero que todo, ya con el hecho de estar en Brasil era un triunfo. Y después cuando te enteras de que vas a jugar, es una satisfacción enorme. Pero también una gran responsabilidad. No te puedes equivocar, porque todos te estarán observando.

-Dieron un paso importante al superar a Bélgica, sobre todo desde lo sicológico por el tema que se venía hablando.

Sí, es verdad. Pasamos esa barrera complicada. Era un maleficio de 24 años. Pero ahora viene lo más importante. Las últimas dos etapas que debemos superar para cumplir nuestro sueño. Si no lo hacemos, no habrá servido de mucho el haber ganado a Bélgica y romper la maldición de los cuartos de final.

-¿Se sienten más aliviados, ahora de cara a la semifinal con Holanda, todos aquellos que vivieron esas derrotas en cuartos de final en 2006 y 2010?

Obviamente que hay un desahogo. Muchos de nosotros recibimos duras críticas por lo que pasó en los mundiales anteriores. No sé si esto lo tomamos como una revancha, pero sí hay una sensación de alivio enorme.

-Usted es muy amigo de Javier Mascherano, uno de los símbolos de este equipo. ¿Qué representa ahora estar juntos en una cancha disputando una semifinal?

Mira, con él tengo una amistad muy particular. Nos conocimos desde los 13 años, cuando jugábamos juntos en Renato Cesarini. Ambos sabemos lo que significa todo esto, estar a dos pasos de un sueño. Siempre hablábamos de que algún día jugaríamos los siete partidos de un Mundial. Ya lo cumplimos, pero vamos por más. Quizás por eso el abrazo del otro día después del triunfo con Bélgica. De alegría y de desahogo enorme.

-Además, en su país todo esto se vive de una manera muy especial.

Sí, Argentina es un país muy pasional, que vibra mucho con la Selección. Ojalá les podamos dar la alegría que tanto quieren. Y nosotros anhelamos.