ASÍ COMO en nuestra lengua acudimos al diccionario de la Real Academia Española, RAE, en inglés es el diccionario Oxford el que lleva la voz cantante. Lo publica la editorial "Oxford University Press", y se le considera como el más erudito y completo diccionario de ese idioma, y punto de referencia para estudios etimológicos. Mal que mal, incluye algo más de 300 mil entradas principales y su objetivo es recoger todos los usos y variantes conocidas de cada palabra del mundo angloparlante, pasadas y presentes, así como su historia y pronunciación.

Aporto la explicación para comentar que, días atrás, ese diccionario entronizó el término "post-truht" como "la palabra del año". Este se tradujo al español como "posverdad" -sin t ni guión- en lugar de "post-verdad". Tres lectores, Darío S. Matta, Matilde García y Sofía Dávila, escribieron para criticar a los medios del país por acoger neologismos con tanta facilidad y sin mucha explicación ni necesidad.

Pero, es así como nacen algunas voces nuevas. "Posverdad" es un término bastante ambiguo, que indica que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamados que apelan a la emoción. El diario "El País" de España señala en un artículo que los ingleses utilizan "post-truth" cuando la emoción y las creencias personales terminan modelando ciertos hechos objetivos.

Varios periodistas y comentaristas asocian "posverdad" a fenómenos políticos, como el "brexit" (la salida de Reino Unido de la UE); el sorpresivo rechazo en las urnas del acuerdo de paz con las Farc, en Colombia; y, claro, la elección de Donald Trump, que consiguió derrotar a Hillary Clinton en Estados Unidos. Los medios consideran que estas son tres noticias que sobrepasan cualquier expectativa "ortodoxa o racional". Una nota editorial de "The Economist", que ya insinuaba el desenlace de las elecciones en Estados Unidos, a propósito de la emoción, dijo "Donald Trump es el máximo exponente de la política 'posverdad' (…)".

La palabra confiere brillo a quien la emplea, y ya ronda por las salas de redacción de los diarios. Y, la propia fundación del Español Urgente, que suele ser una puerta de acceso a la RAE, ya se ocupó de ella, aunque todavía no figura en el diccionario académico. Pero, por ahí comienza el peregrinaje de un neologismo.

Para eximirse

A propósito del "Examen Único de Conocimientos de Medicina" (conocido por la sigla Eunacom), que revisa los conocimientos de médicos chilenos y extranjeros que inician el ejercicio profesional, La Tercera utilizó el siguiente título: "Eunacom: cuestionan eximición permanente de especialistas extranjeros". El lector Samuel Barros, un corresponsal recurrente, pregunta: "¿eximición? ¿otro neologismo?".

"Eximición" no figura en las últimas ediciones del diccionario de la lengua. Mucho antes, en la tercera edición, de 1791, estuvo en la RAE, pero desapareció. Hoy se emplea "exención" como efecto de eximir. Dice: "Liberación de una carga, culpa, obligación, etc.: 'el juez decretó la exención del acusado de toda culpa'. También, 'Privilegio que uno tiene para eximirse de algún cargo u obligación'". La autora del texto debió traer "eximición" de Argentina, donde aún se usa con frecuencia.