EL DOMINGO pasado se llevaron a cabo una serie de manifestaciones en diversas ciudades de Rusia, durante una jornada contra la corrupción, convocada por el líder opositor y candidato a la presidencia, Alexei Navalny, quien fue luego detenido al igual que otras 700 personas. Las protestas -que reunieron a cerca de 20.000 manifestantes, según informaron los propios organizadores- se dan en la recta final del mandato del Presidente ruso Vladimir Putin, quien enfrenta una ola de cuestionamientos que apuntan a la existencia de supuestas redes de corrupción, que involucrarían incluso al primer ministro, Dmitri Medvedev, según ha denunciado la oposición de ese país.

El hecho da cuenta de que a pesar de la alta popularidad de Putin -que bordea el 80%- existe un creciente descontento en la población rusa que debiera ser tomado en cuenta por las autoridades y que se explica en parte por la abismante desigualdad social y las restricciones a las libertad individuales que se han intensificado en este último tiempo. Intentar acallar por la fuerza a la disidencia atenta contra la legítima libertad de los ciudadanos a manifestarse pacíficamente y puede incluso alimentar mayores movimientos de protestas de cara a las elecciones del próximo año.

Estas movilizaciones constituyeron la mayor exhibición de fuerza de la oposición al Kremlin desde 2012, también con ocasión de los comicios presidenciales. En esa oportunidad las manifestaciones propiciaron la creación de una serie de leyes dirigidas a suprimir la disidencia, elevando las penas y fijando altas multas, pero pese a ello aún existe un grupo, especialmente de jóvenes, dispuesto a desafiar esas restricciones para expresar su rechazo al rumbo seguido por Putin.

El mandatario ruso logró instalar de nuevo a su país en el centro de la política mundial, lo que también explica su alta popularidad. Sin embargo, estos hechos suponen un desafío inesperado para el Kremlin que puede representar un punto de inflexión que implique el inicio de una etapa marcada por una actitud más activa y menos complaciente de la ciudadanía.