La neuróloga cubana Hilda Molina, que llegó hoy a Buenos Aires tras conseguir el viernes una autorización de La Habana, criticó a Fidel Castro y le pidió a su sucesor, Raúl Castro, que permita viajar a sus compatriotas fuera de la isla.

"Llevo en mi interior un luto que no se va a curar nunca. Le digo al señor Fidel Castro, que ha sido el verdugo de mi familia, que tenga la mayor paz del mundo. Espero que tome el camino que el pueblo necesita. No le tengo nada que perdonar", afirmó Molina.

Molina abogó para que sus compatriotas no tengan que pedir permiso al Gobierno para salir y entrar de Cuba. "Ojalá que se flexibilice el sistema", comentó.

DISIDENTE DESDE 1994
Molina, de 66 años, denunció que los disidentes son tratados como traidores a la patria y aseguró que ella no tiene secretos, no fue médico de ningún dirigente cubano y no fue "la mujer de Fidel Castro".

Explicó que rompió con el régimen en 1994, tras negarse a que el centro de neurocirugía que dirigía atendiera solo a extranjeros y porque dejó de "creer en el sistema".

Para la neuróloga cubana, no está próximo el final del régimen comunista en Cuba, aunque existen diferencias entre Fidel Castro y su hermano Raúl, quien, a su juicio, está más pendiente de los problemas internos que de la coyuntura internacional.

"Me arrepiento de haber sido cautivada a los quince años por las prédicas teóricas del sistema", dijo Molina sobre un régimen al que dedicó su trabajo médico, resignando su rol como madre, y que, a la larga, trajo "mucho sufrimiento" a su familia.

Los cambios en Cuba, según Molina, no dependerán de la política de Estados Unidos ni de la Unión Europea, sino que deben ser reclamados por los propios cubanos, que, agregó, ahora resuelven sus problemas "individualmente", buscando alternativas personales para salir del país.