Charlie Gard, el bebé británico de once meses que padecía una rara enfermedad genética falleció hoy, confirmaron sus padres, a una semana de cumplir un año de vida.

"Nuestro maravilloso chico se ha ido, estamos tan orgullosos de ti, Charlie" dijo Connie Yates, la madre del bebé, después de que los médicos le retiraran la asistencia respiratoria que lo mantenía en vida.

Los padres abandonaron el lunes los cinco meses de pelea legal para trasladar a su hijo a Estados Unidos para un tratamiento experimental.

Ayer un juez del Tribunal Superior de Londres en una visita determinó que Charlie fuera llevado a otro hospital especializado en enfermos terminales, donde finalmente se le ha desconectado de las máquinas.

La familia quería que Charlie se sometiera a un tratamiento jamás probado antes en personas con su condición, en contra del consejo de sus médicos del hospital londinense, que dijeron que no solo no lo beneficiaría, sino que prolongaría su sufrimiento. Charlie necesitaba un ventilador para respirar y era incapaz de ver, escuchar o respirar por sí mismo.

El caso generó comentario de Trump, que tuiteó el 3 de julio que "estaríamos encantados" de ayudar a Charlie, y del Papa Francisco, que pidió que se permitiera a los padres hacer todo lo posible para tratara a su hijo.

Tras analizar múltiples evidencias médicas, los tribunales británicos dictaminaron que iría en contra de los intereses de Charlie someterse a la terapia experimental realizada por un profesor estadounidense de Neurología, Michio Hirano.