REFIRIENDOSE a la feminización de la pobreza y la baja inserción laboral de la mujer, la ministra del Trabajo indicó en un seminario que ello puede deberse "incluso a que éstas no tengan una buena salud dental, porque nadie contrata a mujeres sin dientes". ¿Impacta sus oportunidades laborales la sonrisa de una mujer? ¿Afecta la decisión de participación? Responder estas preguntas es fundamental, dado que si bien la salud bucal está cubierta por el sistema público, sólo se da atención integral a grupos vulnerables -embarazadas, niños y tercera edad-, descuidando a quienes están en edad de trabajar.

Estudios internacionales sugieren que mujeres menos atractivas participan menos en el mercado laboral. Es más, los empleadores perciben la belleza física como asociada a inteligencia, habilidades sociales y buena salud. Varias razones pueden explicar esta percepción más allá de discriminación. Por un lado, la apariencia puede ser una señal de capital humano. Si es así, mejorar "artificialmente" este aspecto no ayuda en el largo plazo. Por el otro, por autoestima una mejor imagen puede permitir mejores relaciones sociales y productividad.

Antecedentes que hemos recopilado en un focus group sugieren que algunas mujeres se autoaíslan del mercado laboral por problemas dentales -falta de dientes, mal aliento y otros- o bien se limitan a trabajos nocturnos o que no consideren atención al público. Si se suma el dolor, sufrimiento emocional y deterioro funcional y de calidad de vida por la precariedad dental, los costos personales son considerables. Ciertamente, un bajo nivel de ingresos no permite invertir en tratamientos dentales privados. Tampoco la falta de acceso a financiamiento. Junto con la baja  autoestima, es difícil esperar que ocurran estas inversiones.

Así, una política de salud bucal tiene gran potencial. Pero dados sus costos, amerita evaluar primero los beneficios de manera rigurosa. Al alero del Poverty Action Lab (J-PAL), hoy estamos evaluando el impacto de tratamiento dental gratuito a población vulnerable en edad de trabajar y con problemas de salud dental. Queremos entender la influencia de la "sonrisa" en la empleabilidad y autoestima. La idea es identificar los efectos de esta política a una escala pequeña, de modo de saber si vale la pena expandirla a nivel nacional. Para ello estamos usando métodos experimentales: a un conjunto de beneficiarios potenciales se le asigna aleatoriamente el tratamiento, mientras se genera un grupo de control cuya única diferencia es la no recepción del tratamiento. Así comparamos el desempeño de ambos grupos para estimar sin sesgos obvios el beneficio del programa.

Encontrar una relación relevante entre una sonrisa sana y mejores empleos tras una evaluación piloto establecería evidencia a favor de la política. Por el contrario, no encontrar efectos sugeriría que el programa no es adecuado o está mal diseñado. En ocasiones, existe presión en la sociedad para lanzar iniciativas bien intencionadas de carácter universal sin tener evidencia. Evaluar antes de expandir un programa no equivale a ser pasivo. Al contrario, es la ruta más responsable ante la urgencia de la situación y el tamaño de los recursos involucrados.