Dicen que en gustos no hay nada escrito. Un cliché nunca antes mejor aplicado si se refiere a la relación que protagoniza Senji Nakajami. Todo comenzó cuando el hombre de 61 años, casado y padre de dos hijos, debió mudarse a otra ciudad por motivos laborales.

Contra todos los pronósticos, que apuntaban a un período acaso triste y solitario, el empresario japonés encontró el amor. Pero no cualquier amor: se enamoró de una muñeca de silicona

La muñeca en cuestión, "de amor" como se la promociona, ronda los tres millones de pesos chilenos y, según relata el nipón, llegó a su vida para llenar ese vacío que suele causar la soledad. Así, lo que partió casi como una humorada culminó en una insólita relación. Porque Senji Nakajami así lo asume: la convirtió en su "novia".

"Ella nunca me traiciona. Estoy cansado de los humanos racionales modernos… no tienen corazón. Para mí, ella es más que una muñeca. Necesita mucha ayuda… pero sigue siendo la pareja perfecta con quien comparto momentos preciosos y enriquece mi vida", asegura el japonés al hablar de Saori, nombre con el que bautizó a la muñeca.

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Desde entonces son inseparables. Nakajami incluso disfruta de una relación física con su novia de plástico, a la que suele mimar con vestidos elegantes y paseos. También se preocupa de bañarla, vestirla y acompañarla por las noches.

Para los posibles interesados, las muñecas como Saori se encuentran en el mercado chino. No son inflables y la oferta contempla más de 50 modelos para complacer al consumidor. Según Japan Times, las muñecas "de amor" han sido fundamentales a la hora de engrosar los ingresos anuales de la industria de los juguetes sexuales.