SOLO UNA semana ha pasado desde que la presidenta de la Democracia Cristiana (DC), Carolina Goic, anunció, en entrevista con este medio, su disponibilidad para la carrera presidencial. Aunque hace meses se especulaba que la DC podría ser representada por un candidato de sus propias filas, la confirmación del interés de Goic encendió la elección presidencial.

La definición del candidato de la Nueva Mayoría y sus énfasis programáticos han sido objeto de amplio debate y es difícil imaginar una solución fácil y expedita que revitalice la sintonía entre los partidos oficialistas. Aun así, a la luz de los resultados políticos que han obtenido otras candidaturas, la DC puede sacar valiosas lecciones sobre el rol que debe jugar al interior de la coalición gobernante y el lineamiento que debe imprimir en las prioridades de la campaña electoral.

A modo de ejemplo, el expresidente Lagos, en su afán por conquistar al sector más de izquierda de la Nueva Mayoría y asegurarse la proclamación de los partidos ligados al socialismo, se presentó como el continuador de las reformas estructurales del actual gobierno. Lagos no solo perdió la oportunidad de instalar una discusión que reposicionara el valor de la moderación y la racionalidad, sino además dejó abierta la puerta para el ascenso de una figura de centro en su sector, sin lograr siquiera el concurso del PS. Además, los resultados de diversas encuestas revelan que la propia ciudadanía no ha valorado su discurso reformista, ya que lo mantiene anclado apenas en el 5% de las preferencias.

Sin embargo, los efectos de la irrupción de la candidata DC exceden al ámbito de la Nueva Mayoría. De prosperar sus intenciones presidenciales, es evidente que abre una disputa por el electorado de centro -al que también apunta el expresidente Sebastián Piñera-, y que las candidaturas de Lagos y Guillier tenían abandonado. Una mejor y más segmentada cobertura del espectro político por parte de la centroizquierda, empuja al candidato de oposición a darle prioridad a su sector y evita que en el discurso de oposición permeen ideas de mayor presencia o control del Estado.

Falta tiempo para que un sinnúmero de definiciones claves revelen qué clase de candidatura representa Carolina Goic. De entrada, la decisión de participar en primarias o competir directamente en la primera vuelta presidencial anticipa el grado de afinidad que siente la DC por la Nueva Mayoría y su proyección. Pero más allá de las formalidades, lo que verdaderamente está en juego es si el partido más grande de la coalición gobernante seguirá en los hechos condicionado por el pensamiento de extrema izquierda o bien, logrará reponderar el valor de las ideas de centro y rescatar los fundamentos que alguna vez le dieron coherencia política y resultados exitosos en el plano económico a la ex Concertación.

El activo rol que jugó la senadora Goic para apoyar las reformas de la actual administración, ponen la nota de incertidumbre sobre el alcance y profundidad que tendrá la irrupción DC en la definición programática de la Nueva Mayoría. A la luz de los negativos resultados que exhibe el afán refundacional y la baja popularidad que despierta en la población, es hora que la Democracia Cristiana retome su sitial y le asegure el país una discusión política responsable que aleje las amenazas del populismo.