En estos días se cumplirán cuatro meses desde la inauguración de los cuatros modernos estadios -Coquimbo, La Florida, Chillán y Temuco- que se construyeron con ocasión del Mundial Femenino de Fútbol Sub 20 celebrado en Chile en noviembre pasado. Los nuevos coliseos, que cumplen con todas las normas que establece la FIFA para dichos recintos, representaron un gran avance en materia de infraestructura deportiva, ámbito en el que Chile presenta falencias desde hace años.

Así, luego de concluir el certamen deportivo con los estadios en perfecto estado, se generaron dudas respecto a si mantendrían las buenas condiciones cuando los clubes profesionales de fútbol los utilizaran para los partidos del campeonato local. Aprensiones plenamente justificadas, pues en los partidos inaugurales del estadio municipal de La Florida y del Germán Becker de Temuco algunos asistentes realizaron rayados alusivos a sus clubes en los baños, dañando instalaciones nuevas.

Sin embargo, hasta el momento, y con el correr de los partidos, esta inquietud parece perder fuerza. A pesar de que aun persisten ciertos incumplimientos con la ley de violencia en los estadios -como la utilización de lienzos en las graderías y la falta de empadronamiento de la totalidad de los barristas-, la conducta del público ha sido correcta y no se han producido desórdenes ni daños a la infraestructura que se deban lamentar. Una conducta que ha sido posible observar incluso cuando los llamados "equipos grandes", cuyas barras son tristemente célebres por protagonizar actos de violencia al interior o exterior de los recintos deportivos, han disputado encuentros por el torneo local en estos estadios.

Bien cabe preguntarse por las razones que han permitido que el público se comporte en estos estadios de forma correcta y evitando el vandalismo tan característico de los últimos años en el fútbol chileno. Quizás en la respuesta a esta interrogante subyace una posible vía de solución para enfrentar los problemas de violencia.

Hasta el año pasado, lo habitual en el fútbol chileno eran las canchas en mal estado, tribunas en condiciones deficientes (en 2004 en el Santa Laura un hincha cayó al vacío, porque un tablón cedió), baños insalubres y pobres vías de acceso. Posiblemente este escenario, si bien no justifica el comportamiento violento, ni el vandalismo de algunos hinchas, podría explicar la poca predisposición de algunos de ellos para cuidar y preservar los recintos deportivos.

En cambio, los nuevos estadios cuentan con infraestructura de primer orden, con estándares internacionales y que entregan al espectador una comodidad fuera de lo común en el ámbito nacional. Esto, al parecer, motivaría a los asistentes a preservar estas condiciones que van directamente en su beneficio. Asimismo, la presencia de guardias privados de seguridad en las graderías contribuye a generar un efecto disuasivo en los asistentes que pretendan cometer desmanes.

También, parece claro que los nuevos recintos se han transformado en el orgullo de las comunas y las ciudades que los albergan y, por ende, son valorados y cuidados por la comunidad.

Por eso, aunque aún se encuentra en fase de diseño, el plan de Chiledeportes para remodelar diversos estadios a lo largo del país de aquí al 2014, es una iniciativa positiva y que podría continuar con el impulso modernizador iniciado con la construcción de estos nuevos estadios.

Todo indica que en la medida que los aficionados al fútbol sientan que la infraestructura contribuye a su bienestar y que ayuda a entregar un servicio de calidad, su comportamiento en las tribunas irá en beneficio del espectáculo. La construcción de recintos deportivos con estas características no sólo favorece el valioso potencial de incentivar la práctica del deporte y que la comunidad pueda reunirse en torno a ellos en actividades deportivas, culturales y artísticas. También podría terminar ayudando -junto al cumplimiento de la ley- a enfrentar el grave problema, que ha persistido por años en el fútbol chileno, de la violencia en los estadios.