AD PORTAS de la votación para elegir la Asamblea Constituyente en Venezuela -el ilegal proceso al que ha convocado el régimen de Nicolás Maduro-, las protestas de la oposición han ido escalando, y como respuesta la represión del gobierno alcanza ya niveles alarmantes. Una tercera víctima se registró durante la primera jornada de huelga en ese país, lo que eleva la cifra de muertos a 107 durante estos casi cuatro meses de movilizaciones. A ello se suma que la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática convocó para hoy a una masiva marcha en la capital venezolana, en tanto Maduro ha insistido en que no dará pie atrás.

Esta tensa situación constituye un hecho de especial gravedad y representa una señal negativa tanto para Venezuela como para el resto de los países de la región que han sido incapaces de aunar esfuerzos contundentes para responder a la crisis que vive ese país.

Lamentablemente, el gobierno de Venezuela se ha mostrado intransigente a una negociación real para buscar una salida al conflicto. Esto evidencia, a todas luces, el interés de Maduro por aferrarse al poder, a pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos y del fuerte llamado de un grupo de países de la OEA -entre los que se cuenta Chile- para que se suspenda el proceso constituyente.

Si la Asamblea Constituyente termina imponiéndose, previsiblemente se generarán mayores reacciones violentas que tornarán aún más crítica la ya delicada situación de Venezuela.