EL DESASTRE natural vivido en Japón y sus implicancias llegaron en un muy mal momento tanto para el país asiático como para la economía mundial. Acaba de darse a conocer que el estado de alerta y necesidad de evacuación producto de las explosiones e incendios en Fukushima ahora se podría extender a Tokio, urgencia que se suma a los 10.000 muertos estimados y en el mínimo de USD 180 mil millones en costos económicos proyectados (se estima que en el largo plazo hasta podría ascender en USD 1 billón).

Evidenciando la gravedad de la crisis, el emperador realizó un discurso en apoyo de la población nipona, evento sólo antecedido en la historia moderna de Japón por el discurso de rendición de la casa imperial nipona tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Y, de hecho, se trata del mayor desafío que deberán enfrentar la clase política y el pueblo japonés desde lo que fue su reconstrucción tras la guerra. Este desastre pone a prueba al primer ministro Kan y su gabinete, que el terremoto encontró con un apoyo del 20% de su pueblo, en una crisis política que lo ubica como el quinto primer ministro en cinco años. A esta adversidad se sumaba el imperativo de lograr una nueva emisión de deuda con el fin de financiar el presupuesto necesario para el año y cumplir con las reformas prometidas que había llevado al partido gobernante a desbancar al Partido Liberal Democrático tras décadas de dominio. Además, un nuevo pasivo para ser sumado a la deuda japonesa, que es la mayor de mundo.

Todo esto en un país recientemente desbancado por China a un tercer lugar en cuanto a su peso económico en el mundo, en un pueblo en búsqueda de políticas para hacer frente a desafíos como el envejecimiento y reducción de su población, que más allá de un tema de políticas públicas, era ya un tema de seguridad nacional. El panorama que enfrenta Japón es realmente desafiante. El desplome en la Bolsa de Tokio, que vio caídas de hasta un 10% en un día, es sólo un indicador de la vulnerabilidad que enfrentan el país y, por ende, el mundo. De seguir empeorando la crisis nuclear, será evidente que la recuperación de Japón demorará más tiempo de lo inicialmente proyectado.

Se estima que un 14% de fuente de energía del país es nuclear, lo que implicará nuevas proyecciones, tanto para el país como para el mundo, especialmente para países como el nuestro, ya que Japón es nuestro segundo socio comercial.  Al problema que vemos proveniente desde el desastre natural, debemos sumar el escenario global, en el que antes del desastre japonés presenciábamos contagios de crisis políticas en Medio Oriente y Africa. Eventos que ponen en aprietos a un mundo que recién comenzaba a dar algunos indicios de lenta recuperación tras la peor crisis en décadas. 

Si no fuese por las imágenes del tsunami o Fukushima, nuestra atención hoy estaría enBahrein y Arabia Saudita, en un mundo que ya ha visto anuncios de postergación de proyectos de energía nuclear y, por ende, de dependencia al petróleo.  Está claro que no sólo los japoneses enfrentan amenazas. La coyuntura mundial muestra un escenario que presenta riesgos a los cuales deberemos estar más que atentos, amenazas que no son monitoreadas en forma prioritaria por los analistas.