Lo ganan todo. El domingo Kirui se llevó el oro del maratón masculino en los Mundiales de Londres. Horas después, Chelimo triunfaba en el maratón femenino. Y un día más tarde, ayer, Kipyegon cruzó la meta de los 1.500 metros en primera posición. Los tres atletas han nacido en Kenia, esa inmensa factoría de corredores, el mayor granero de talento atlético que conoce nuestro planeta.

¿Por qué tantos campeones mundiales y olímpicos en una nación de 40 millones de habitantes, perteneciente al mundo subdesarrollado? Se han buscado muchas explicaciones durante décadas. Una de ellas es la elevada altitud del país. El relieve de Kenia, en su región central, se encuentra ocupado por una gigantesca altiplanicie a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar.

En esta zona central es precisamente donde se entrena habitualmente la mayoría de los jóvenes corredores de Kenia, que se benefician del entrenamiento en altitud y sus efectos sobre los niveles de glóbulos rojos. Sin embargo, si la altitud fuera la única explicación, los atletas de Nepal o Bolivia deberían dominar las carreras de fondo. Y no es así.

La tradición cazadora de las tribus seminómadas, para quienes correr es una actividad natural, es otra de las razones apuntadas para explicar el dominio de Kenia. Se han postulado otras teorías, como su actitud mental, exenta de límites, o su alimentación, dominada por el ugali, gachas de cereales. Sin embargo, la razón oculta, la verdadera explicación de sus éxitos, es mucho más simple. Y se resume en una palabra. Genética.

Hay 40 millones de habitantes en Kenia. Sus atletas ganaron 13 medallas en los Juegos Olímpicos de Río y, por poner un ejemplo, en el ranking mundial de maratón, de entre los 10 mejores atletas del mundo este año, ocho son de Kenia. Un dato sorprendente, que esconde un enigma aún mayor. Cuando se analiza el origen étnico de los grandes corredores kenianos se comprueba que más del 75 por ciento de sus medallas han sido logradas por atletas de la etnia Kalenjin, que no llegan al 11 por ciento de la población de Kenia. Y una cifra aún más espectacular: los Kalenjin representan el 0,05% de la población mundial y ocupan el 40% de los puestos de honor en los rankings mundiales de mediofondo y fondo. La genética lo explica todo.