Señor director

Hemos intentado reducir nuestra desigualdad educativa a través de diversos mecanismos: P900 y Proyectos de Mejoramiento Educativo en el programa MECE (1990); Financiamiento Compartido (1993); Jornada Escolar Completa y Formación Inicial Docente (1994); Subvención Escolar Preferencial (SEP 2008) o Programas de Integración Escolar (PIE 2009) . Sin embargo, los avances han sido escasos. ¿Qué se puede esperar del sistema de admisión que ha impulsado la Ley de "Inclusión Escolar" (2015) y se empieza a aplicar en cinco regiones?

Un mecanismo centralizado de admisión estaría eliminando las colas de espera y la selección de los alumnos, pero no modificará las Necesidades Educativas Especiales (NEE) con que un tercio de los alumnos llega a la escuela: discapacidad intelectual, ceguera o baja visión, déficit atencional,  autismo, escaso vocabulario, problemas emocionales, fobias, embarazo adolescente o violencia intrafamiliar. Estas dificultades limitan la participación de muchos escolares y reducen su rendimiento escolar. Por ahora la inclusión escolar se limitaría a garantizar un trato similar a todos los que postulan a una escuela y cumplen las condiciones de ingreso. Pero en las escuelas se seguiría usando la enseñanza frontal que impide dar atención personalizada a los alumnos con NEE.

Tampoco está claro el futuro rol de las escuelas especiales que hasta ahora han garantizado el derecho a la educación a muchos estudiantes que no lo tendrían en escuelas regulares. En cambio se terminaría el traspaso de estudiantes de las escuelas municipales a escuelas subvencionadas que ha favorecido la exclusión y segmentación educativa.

Ernesto Schiefelbein

Investigador Universidad Autónoma y Premio Nacional de Educación