El mundo conoció ayer a Sloane Stephens (25ª). Lo confirman sus seguidores en Twitter, que subieron de 17 mil a 40 mil durante las dos horas y 20 minutos de su partido por cuartos de final del Abierto de Australia, ante Serena Williams (3ª), a la que derrotó 3-6, 7-5 y 6-4. También los 213 mensajes de texto que repletaron el buzón de su celular.

Con 19 años y tres temporadas de torneos WTA a cuestas, la estadounidense dio la gran sorpresa del primer Grand Slam del año ante una de sus ídolos de infancia, aún guarda un póster de ella en su pieza, y su mentora en el circuito.

"Quizás debería cambiar el póster ahora y ponerme a mí misma", bromeó en la conferencia de prensa.

La historia de esta jugadora, oriunda de Plantation, Florida, está marcada por los esfuerzos personales y la superación.

Stephens es hija de Sybil Smith, una nadadora que se convirtió en la primera afroamericana en ser elegida como la mejor de su categoría en una temporada deportiva universitaria, y John Stephens, un jugador de fútbol americano al cual la tenista no llegó a conocer sino hasta los 13 años, aunque fue uno de los que más la impulsó a dedicarse al tenis.

Debutó en 2009 en el circuito de la WTA, año en el que tuvo un amargo debut en Grand Slam, ya que días antes de comenzar su participación en la clasificación del US Open se enteró del fallecimiento de su progenitor en un accidente automovilístico.

Pese al duro golpe, el apoyo de parte de su círculo más cercano: su hermano, su entrenador y su agente, además de su madre, le sirvió para continuar en la actividad.

El partido comenzó muy inclinado para Williams, quien hace menos de un mes había derrotado a Stephens en Brisbane, se quedó con la primera manga en casi media hora con relativa facilidad.

El panorama se veía adverso para la joven jugadora, razón por la que el público volcó su apoyo en ella. Llegó a estar 0-2 en el segundo parcial, donde comenzó a subir su nivel.

Tuvo a su favor un fuerte dolor de espalda de Williams, que bajó ostensiblemente la velocidad de sus servicios, el que se sumaba a la molestia en el tobillo que arrastra desde la segunda ronda.

En el cierre, Stephens se mostró sólida, lo que llevó a la oriunda de Michigan a desesperarse y destrozar una raqueta, con lo que se ganó la advertencia de la juez de silla y las pifias de la gente.

Tras la triunfo, la novel tenista apenas lograba contener las lágrimas: "No puedo decir lo que está pasando por mi cabeza, no puedo".

Con esta victoria, Stephens se asegura aparecer en el lugar 11 o 12 del circuito el próximo lunes y en semifinales se enfrentará a la rusa Victoria Azarenka, número uno del orbe. Sloane Stephens tiene una nueva oportunidad para hacer crecer su Twitter.