Señor director:

Quisiera referirme a la columna del director social de Un Techo para Chile, publicada el miércoles 7 de marzo, la cual presenta imprecisiones que me parece necesario corregir.

En primer lugar, es importante distinguir entre la realidad de una familia que arrienda una vivienda sólida, con la de una que permanece allegada. La primera vive en condiciones similares a las de un propietario, mientras que la segunda se encuentra en situación de hacinamiento e incertidumbre. Por lo mismo, buena parte de los programas habitacionales en países desarrollados se gestionan a través de subsidios de arriendo, y a diferencia de lo que plantea Alexander Kliwadenko, buscan reducir el número de allegados, no aumentarlo.

Preocupa también el desconocimiento sobre la realidad de los programas de gobierno en materia de reconstrucción. El subsidio de arriendo no busca que las familias se conviertan en allegadas. Por el contrario, exige un contrato de arriendo ante notario y permite optar libremente a las familias que viven en aldeas a dejar atrás sus mediaguas mientras se terminan de construir sus viviendas.

Asimismo, es curioso que el autor de la columna desconozca la estrategia del Minvu en relación a los campamentos: entre el 2006 y el 2010 se entregaron en promedio 1.800 soluciones habitacionales anualmente a familias que viven en ellos. El 2011 se duplicó esta cifra, llegando a 3.600, y para el 2012, el Presidente de la República encargó al delegado presidencial profundizar los esfuerzos para atender a 9.000 familias de campamentos. Adicionalmente, se ha logrado que otros organismos del Estado se incorporen al trabajo en ellos, destacando el MDS, Mintrab, Sernam y Fosis.

En definitiva, es relevante reafirmar el compromiso del gobierno con las familias más vulnerables de Chile, evitar futuras imprecisiones,  y resguardar el prestigio de una institución como Un Techo para Chile.

Sería importante que el señor Kliwadenko se documente sobre estas materias.

Miguel Sifri
Encargado nacional 
Programa Aldeas, Minvu