UNA BOMBA no sólo mata o hiere personas, también daña una ventaja básica de la vida en comunidad: vivir en un ambiente más protegido y libre de amenazas. Sin seguridad, sólo queda el miedo. Y el miedo no es bueno, pues una población atemorizada tiene menos predisposición a salir de su hogar, desconfía más de los extraños, gasta más en seguridad, respeta menos la institucionalidad y se hace más autoritaria.

Sin embargo, atizar el miedo puede ser "rentable" para algunos, al menos en el corto plazo. Lo saben los terroristas (logran llamar la atención), los organismos de seguridad (obtienen más recursos) y los medios de comunicación, especialmente la televisión (sube su rating). Que los terroristas busquen generar temor es obvio. También lo es que haya voces interesadas en exagerar las amenazas, si con ello se refuerzan los presupuestos de seguridad ciudadana e inteligencia. Pero lo que no se justifica es la agenda del miedo que algunos canales de TV parecen haber adoptado tras los bombazos y millonarios asaltos a camiones de valores.

Porque, contrario a lo que opinan muchos editores, los medios sí influyen en las percepciones de la población sobre su seguridad. Es más, no es exageración decir que gracias a la TV, el nivel de temor de la población es superior al esperable dadas las actuales tasas de criminalidad. Es la conclusión que se saca de una reciente investigación en que se analizaron más de 10 años de encuestas, análisis de contenido de los noticieros centrales, datos de victimización y de denuncia.

En el estudio, el volumen de minutos que la televisión dedica a la delincuencia en sus noticieros es un predictor positivo y significativo del porcentaje de gente que tiene alto temor a ser víctima de un delito, así como de la cantidad de gente que nombra la delincuencia como el problema más importante, y que percibe que la delincuencia está aumentando en su comuna de residencia. Y estas asociaciones ocurren aun cuando se controla por variables "objetivas", como proporción de gente que ha sido víctima, tasa de denuncias de delitos o evolución del desempleo. En otras palabras, hay una correlación entre la atención que los noticieros le dan a la seguridad ciudadana y la manera en que la opinión pública se comporta en torno a este tema.

Además, los datos sobre la relación televisión-opinión pública no sólo tienen que ver con los noticiarios. Cuando a una muestra nacional se le preguntó por la frecuencia con la que sienten miedo a ser asaltado en la calle, sufrir un carterazo, o que le entren a robar a la casa, la encuesta reveló que ver programas especializados en delincuencia y comentar con otras personas los últimos delitos mostrados en la televisión son igualmente determinantes de la percepción de temor a ser víctima de delitos.

Por supuesto, el consumo televisivo no necesariamente es el factor más relevante que explica el miedo en la gente a ser víctima. La vulnerabilidad, la experiencia con el delito y hasta la ideología son tanto o más importantes que la exposición a contenido delictivo en televisión u otros medios. Pero una cosa es que no sea el más relevante, y otra muy distinta es que sea insignificante.

Ser un agente del miedo no es algo que figure en la misión social de ningún canal o medio de comunicación. Pero, al parecer, hay muchos en el periodismo que aún no se enteran.