Si uno se baja del Metro en Plaza de Puente Alto, la primera o última estación de la Línea 4, y luego sube a Avenida Concha y Toro por la vereda poniente, se encuentra de frente con el puesto de confites de Noemí Torres (52). Ella lleva los mismos 12 años que el Metro en este lugar, vendiendo bebidas, chocolates y toda clase de caramelos. Antes de obtener su licencia de comerciante era empleada doméstica y por eso ahora viste con orgullo una chaqueta sin mangas con el logo de la municipalidad en la solapa. Basta hacer la pregunta para confirmar la sospecha: se requiere de sólo unos segundos para encontrar partidarios de Manuel José Ossandón en Puente Alto.

"Le debo mucho. Por eso he participado de su campaña y he estado dispuesta a ayudarlo. El me dio el permiso para estar trabajando aquí. Es muy querido por todo el gremio, porque es como un padrino. Le decimos 'El Jefe'", dice Torres.

Sus palabras no logran ocultar cierta amargura. Algunos días antes, el domingo 2, el senador Ossandón perdió las primarias presidenciales de Chile Vamos, la alianza de centroderecha, ante el ex Presidente Sebastián Piñera, con quien mantuvo una disputa política que tuvo varios momentos de juego brusco.

La derrota había sido contundente a nivel nacional. Piñera se llevó el 58,35% de los votos de su sector, seguido por Ossandón, con 26,25%, y Felipe Kast, con 15,41%. Sin embargo, en su calidad de ex alcalde de Puente Alto, el municipio más populoso del país, Ossandón marcó una gran diferencia en su comuna, llevándose el 84,72% de las preferencias, es decir, 54.417 votos. Por el tamaño de Puente Alto, la votación de Ossandón en ese lugar fue, lógicamente, la mayor de cualquier candidato en alguna de las 346 comunas de Chile.

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Las cifras permiten deducir que Ossandón, pese a estar fuera de carrera, seguirá siendo un factor en las presidenciales de noviembre. Después de protagonizar las primarias más agresivas de las que se tenga memoria, no es claro que los votos de Ossandón se puedan transferir a Piñera automáticamente ni que exista el ánimo de hacerlo.

Noemí Torres no lo tiene decidido aún. Ha seguido a Ossandón por años y ha participado en un par de sus campañas. Incluso, apareció abrazando al candidato en una gigantografía que fue parte de la campaña senatorial de 2013. Vio el debate televisivo y las entrevistas televisivas de Ossandón y no tiene reparos con el tono ofensivo que muchas veces usó en contra del ex mandatario. "Hacía falta que alguien dijera las cosas de frente. Los políticos tiran la piedra y esconden la mano, pero a la hora de los quiubos son todos santos. El lo dice en la cara, no por detrás", comenta la comerciante.

Ni siquiera el mal desempeño que tuvo el senador en algunos de los foros públicos en que participó -como cuando reconoció ignorar de qué se trata el Acuerdo de París para la reducción de la emisión de gases- cambió la percepción de sus votantes. A algunos pasos del puesto de Torres se oye el chisporroteo de las cabritas de Ximena Mellado (40), otra comerciante puentealtina que es fiel votante de Ossandón. "Tú no llegas a cierta edad con todo aprendido. Toda la vida se aprende. No por estar postulando a presidente lo vas a saber todo. Parte de mi familia lo criticó, pero yo lo encontré más humano. Todos nos podemos equivocar. Si no quieres equivocarte, construye un robot para que diga todas las cosas lindas que la gente quiere escuchar", señala Mellado, cuyo padre fue el primer cabritero con permiso de Puente Alto.

Las razones de este apoyo incondicional que mantiene Ossandón en su viejo municipio, y que lo han convertido en un inexpugnable reducto electoral, se remontan a sus 12 años de gestión como alcalde de Puente Alto, entre 2000 y 2012, cuando ungió a su mano derecha, Germán Codina, como sucesor. Luego de caminar por las calles del centro de la comuna y de recorrer algunos de sus barrios más marginados, como Bajos de Mena, sus habitantes van revelando que la fortaleza electoral del ex militante de Renovación Nacional tiene tanto que ver con los avances materiales que Puente Alto experimentó durante esos años como con el particular estilo de conducción impulsado por su antiguo edil y su habilidad para encantar a gremios y organizaciones sociales.

La fanaticada

"Esta era una comuna de izquierda", recuerda Fernando Alfaro (59), profesor, dirigente vecinal de la Villa Josefina Martínez y puentealtino desde hace 30 años. A su juicio, esa línea se difuminó con la llegada de Ossandón a la municipalidad en 2000, como sucesor del socialista Sergio Roubillard. La expansión del gran comercio hacia la comuna con malls y supermercados fue una oportunidad para que Ossandón les solicitara a las empresas el empleo prioritario de vecinos de la comuna, lo que mejoró la situación de muchos durante los años del ahora senador por Santiago Oriente. "Puente Alto creció, se crearon puestos de trabajo y llegó mucho comercio. Se acabó así el mito de 'Puente Asalto', una comuna muy mal mirada", agrega Alfaro.

Luego vino el aumento del patrimonio de la municipalidad y una mayor inversión pública gestionada por el alcalde, que se convirtió en nuevos colegios, jardines infantiles y multicanchas. A estas mejoras en infraestructura se sumó un hito de transporte, con la llegada del Metro en 2005. "Lo del Metro es una gestión compartida con Sergio Roubillard, sería injusto atribuírselo todo a Ossandón, pero sí que ayudó", afirma la comerciante Ximena Mellado. La concejala María Teresa Alvear (DC) -hermana de la ex senadora Soledad Alvear-, que lleva más de 20 años en su cargo, asegura que el Metro fue más mérito de Roubillard y de aquel concejo municipal, pero que era comprensible que Ossandón lo usara "para sacarle lustre a su gestión".

De acuerdo a los vecinos consultados, la inversión del municipio se mantuvo en alza durante los tres períodos de Ossandón, quien se preocupó de gestionar ante elEstado diversas mejoras habitacionales, un tema crítico para miles de vecinos hacinados. Así fue como el ex alcalde llegó a conocer a algunas dirigentas sociales de los sectores más vulnerables de Bajos de Mena, como Viviana Fuentes y Pilar Aravena, de la Villa Francisco Coloane.

Ambas cuentan que llegaron a protestar al municipio por el abandono de su barrio y que casi se toman el edificio. Ossandón las recibió, las acompañó a Bajos de Mena y empezó a trabajar con ellas para erradicar los "guetos verticales", focos de mayor hacinamiento y habilitar mejores viviendas en otros puntos de la comuna. Aun siendo de familia comunista y habiendo militado en el MAS, Aravena se vio convencida por el trabajo de Ossandón en esta zona, que todavía continúa ahora en la administración de Codina, en el marco de un programa integral del Ministerio de Vivienda. "Todo mi proceso como dirigente social lo he hecho desde la izquierda, pero aprendí a conocer al hombre y creo que es lo que uno necesita. Trabajamos por el bien común. Estábamos en la misma 'parada' de resolver los problemas", dice ella.

Después de años de trabajo conjunto, tanto Fuentes como Aravena hoy son "ossandonistas" furibundas. "No queremos nada con Piñera", advierte Fuentes, que posteriormente pasó a trabajar en el municipio y que ha hecho campaña por Ossandón en más de una oportunidad. "Lo que ustedes no entienden es que los pobres somos leales", agrega Aravena.

Un cercano a Ossandón asegura que dirigentas como ellas encarnan el perfil del "ossandonista". "El votante de Ossandón es un fanático. Se parece a un barra brava, porque a la figura le perdonan todo", dice la fuente, apuntando implícitamente a su desconocimiento de ciertos temas en la campaña de primarias y a algunas antiguas polémicas del ex alcalde por temas valóricos, como haber cuestionado la versión de Juan Carlos Cruz, víctima del sacerdote Fernando Karadima, o no haber querido entregar la "píldora del día después" en los consultorios de Puente Alto.

Ese compromiso irrestricto de sus partidarios Ossandón lo obtuvo en la calle, gracias a un diálogo directo con la comunidad y una preocupación que algunas veces traspasaba las obligaciones de su cargo. Sus colaboradores comentan que durante una época destinaba todos los jueves -"jueves a mil", le llamaban- a recibir vecinos y registrar sus problemas, por más personales que fueran.

"Yo estuve muy enferma y tuve el apoyo de la gente de la municipalidad. Me llamaban para saber cómo estaba y se aseguraban de que la atención fuera más expedita", dice Nellie Martínez, dirigenta vecinal de la Villa San Guillermo II, también en Bajos de Mena.

Como Martínez, la mayoría de los consultados dice conocer a Ossandón personalmente, haberlo visto llevar colaboraciones a los bingos de juntas de vecinos y haber recibido algún favor suyo o del municipio. Por eso, de alguna manera, manifiestan sentirse en deuda con el senador. A la cabritera Ximena Mellado, por ejemplo, la ha apoyado en distintos momentos de su vida. Primero, hace muchos años, le dio trabajo como temporera en Pirque; luego, cuando era dirigente de su villa, le pagó los trámites del fallecimiento de una vecina; finalmente, hace un tiempo, reiteró esta ayuda tras la muerte de su nieto. "Para mí son cosas importantes. Un favor se paga con otro", dice.

Aunque dicen comprender que estas prácticas pueden ser bienintencionadas, los pocos concejales oficialistas de Puente Alto -tres de 10- creen que configuran una relación clientelar entre el municipio y el elector. "Tuvo la virtud de vincularse a nivel personal con la gente. Aplicó con habilidad el poder resolver problemas personales de los vecinos, creando una relación un poco nociva de asistencialismo, en la que la gente le pide un favor al todopoderoso. Mi opinión es que esa no es pega del alcalde, sino generar políticas públicas", dice César Bunster (PC), actual concejal de Puente Alto.

Su colega DC María Teresa Alvear coincide en que su estilo es "un poco de patrón de fundo", pero agrega que le consta "el buen corazón" del senador y los avances de Puente Alto durante su mandato. Desgraciadamente para nosotros, el progreso de estos últimos años ha sido de la derecha", dice.

La hermana del senador Ossandón, Ximena, responde que el estilo del senador está lejos de eso. "Manuel José trascendió por alejarse del asistencialismo. Me tocó millones de veces ver cómo le decía a la gente que no había dinero, pero sí herramientas y oportunidades para ayudarlos", comenta la ahora candidata a diputada RN por Puente Alto, que en noviembre pondrá a prueba una vez más la capacidad de convocatoria del apellido Ossandón en la comuna.

La amenaza

En sus 12 años de gestión en Puente Alto, Ossandón se ganó el favor de dirigentes sociales y gremios como los comerciantes, feriantes y colectiveros, como Elvis Olivares (60), que votó por él aunque pensaba que no era el más preparado para ser presidente. "Tiene que aprender de sus errores en el futuro. A mí me gusta que sea un hombre que habla como uno, que no sea agrandado. Yo igual seguiré votando por él", dice.

Tanto Olivares como muchos de sus adeptos dicen estar dispuestos a unirse a un eventual partido "ossandonista", ya que ven con desconfianza al resto de la derecha. Aunque esto no estaría dentro de los planes inmediatos del senador, las dirigentas de Bajos de Mena Viviana Fuentes y Pilar Aravena aseguran que se movilizarán para crear este movimiento y lanzan una amenaza para las elecciones presidenciales del 19 de noviembre. Ese día, dicen, anularán el voto escribiendo "Ossandón 2022" abajo de las demás alternativas.

-Ya le dijimos al senador que no apoye a Piñera y nos respondió que no lo hará.