HACE ALGUNOS días, el ministro de Hacienda, junto al director de Presupuestos, fue invitado a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados que analiza las adquisiciones y pérdidas del Fonasa. En la oportunidad, el ministro alertó sobre el importante crecimiento que han registrado los gastos en adquisiciones al sector privado, los que pasaron de $ 149 mil millones en 2012 a $ 228 mil millones, equivalente a un alza de 53%.

Si bien tanto el ministro Hacienda como el director de Presupuestos adujeron insuficiencia de recursos humanos en el sector público, ambos se refirieron a los evidentes problemas de gestión que arrastra la administración de la salud en nuestro país. En palabras del ministro de Hacienda, la pregunta central que tenemos que hacer es "por qué el gasto en salud crece tanto, sin una contraparte de satisfacción".

Lo cierto es que en el transcurso del tiempo la deuda que mantiene el sector público con hospitales y proveedores de la salud ha aumentado explosivamente. a un ritmo mucho mayor que la demanda por prestaciones de salud. Al cierre de 2016 la deuda hospitalaria ascendió a $ 191 mil millones, con un aumento de 48% en relación al stock de deuda de 2015, a pesar de la cuantiosa inyección de recursos que hizo el propio Ministerio de Hacienda durante el año.

Lamentablemente, esta administración ha hecho un sinnúmero de reformas en áreas de la economía que funcionan relativamente bien -a un alto costo-, y ha relegado a segundo plano sectores que claman por intervenciones de fondo que redefinan los incentivos para mejorar sus niveles de gestión. La salud es una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, y lejos de mejorar en los últimos años, se ha vuelto cada vez más demandante de recursos públicos, con una evidente caída relativa en los niveles de servicio.