Más de 150 mil visitantes recorrieron los atractivos turísticos del valle de Colchagua en 2012, recuperando así la tendencia al alza que tenía este emblemático valle antes del terremoto de 2010. Con el 27/F no sólo se perdieron 20 millones de litros de vino (un 20% de la producción), edificaciones antiguas y las casas de los trabajadores. También, disminuyó el flujo de turistas.

Por temor, muchos extranjeros, principales consumidores del enoturismo en Chile, cancelaron o postergaron sus reservas para conocer la ruta del vino de Colchagua, la primera creada en el país.

"En 2010 tuvimos que cerrar la viña. Al año siguiente logramos aumentar la ocupación del hotel que tenemos en 15% y hoy ya estamos totalmente recuperados, con un crecimiento de más de un 25%", señala Maricarmen Lecumberri, gerenta de turismo de Viña Lapostolle.

Agrega que un 60% de los visitantes son extranjeros, en su mayoría norteamericanos y brasileños, "quienes recuperaron la confianza y vienen a conocer dónde se fabrica su vino favorito".

Esta viña exporta el 97% de su producción, proporción que se repite en la mayoría de las viñas del valle, lo que las hace más conocidas en el extranjero que en el mercado interno.

Para Alberto Siegel, gerente de exportaciones de Viña Siegel, la recuperación de los turistas fue muy difícil después del terremoto. "Fue un golpe duro que unió a todas las viñas para salir de la crisis", dice.

De acuerdo a la Asociación de Viñas de Colchagua, sus socios esperan crecer un 10% este año, tanto en número de visitas como de ventas. Ambas actividades van unidas, según la opinión de sus socios. "Las viñas están abiertas todo el año, pero el peak es entre octubre y marzo. Luego, repunta en invierno, por los brasileños que vienen a Chile a esquiar. El año pasado fue muy bueno y esperamos que este también lo sea ", destaca Andrés Turner, gerente de Viña Montes.

En el sector resaltan, además, que las ventas en el valle aumentaron un 40% en tres años, pasando de US$ 235.700 millones en 2009, a US$ 331.474 millones en 2012. Esto, por el mayor volumen de venta y precio de exportación, que en este valle es un 20% más que la media nacional.

Para el presidente de este gremio, José Miguel Viu, el desarrollo del enoturismo en Colchagua depende de la capacidad de las viñas de generar más infraestructura turística, sumando viñas que hoy no están recibiendo turistas y ofreciendo panoramas complementarios al vino. "Colchagua ya está instalado como destino, por lo tanto, el enoturismo es una actividad económica significativa para nosotros, pero más importante aún, es una plataforma clave de difusión de nuestros productos", señaló el dirigente.

Carlos Cardoen, dueño de la Viña Santa Cruz, ha promovido hace años el rescate del patrimonio nacional en Colchagua como atractivo turístico. "La historia de Colchagua es tan antigua como la historia del país, por lo tanto, tenemos que mostrar al turista internacional nuestra cultura de lo general y de ahí llevarlo a lo particular", dice.

En su viña en Lolol, Cardoen muestra la cosmovisión mapuche, rapa nui y aimara, tiene espacios para los niños y un museo del automóvil. Próximamente, completará su oferta con el primer museo del vino y del campo: "Mi concepto es entregar conocimiento sobre nuestra esencia como país y entretención durante las visitas". Para Mario Pablo Silva, gerente general de Casa Silva, la más antigua del valle, con 121 años, sus 25 mil visitantes buscan experimentar las tradiciones chilenas como un enganche. "Lo primero es el vino y luego el turismo", señaló.