SEÑOR DIRECTOR:

La atmósfera dieciochera característica de estas fechas nos invita a reflexionar acerca de nuestra identidad, un tema que ha estado en el centro de la discusión política y social, especialmente desde 2019, como si este fuese un concepto estático y definible en su totalidad. Sin embargo, es fundamental recordar que esta se mantiene en constante mutación, es intrincada y altamente compleja, influenciada por fuerzas profundas que moldean ciertos rasgos identitarios, delineando así la imagen nacional en contraposición a un “otro”. Es el carácter imaginario de esta comunidad política lo que nos permite identificarnos como chilenos y experimentar un sentido de pertenencia.

Entonces, ¿qué es realmente la chilenidad? A lo largo de nuestra historia, la pregunta ha recibido múltiples respuestas, variando según el contexto y la perspectiva de quienes responden. A pesar de esta diversidad, existen elementos que continúan uniendo a los chilenos: nuestra particular geografía delimitada por el océano, la cordillera, el desierto y el polo sur, nuestro lenguaje, nuestros símbolos patrios y otros componentes que, aunque diversos y cambiantes, forjan una identidad común.

Una encuesta realizada por AthenaLab en 2022 arrojó que los elementos que definían la identidad chilena giraban en torno a nuestra cultura y patrimonio, y al progreso, orden político y estabilidad económica. Este hallazgo subraya la importancia de que como sociedad promovamos la inclusión de todas las voces que conforman nuestra nación, respetando y valorando la riqueza de nuestra diversidad cultural, ya que ello siempre enriquecerá nuestra identidad y nos permitirá enfrentar con éxito los desafíos de los años venideros.

Isidora Puga Serrano

Académica Instituto de Historia

Universidad de los Andes